Israel lanzó un ataque con bombas de fósforo blanco anoche en el territorio de Khiam en el sur del Líbano.
A través de un comunicado el Ejército de Israel expresó que aviones de combate atacaron supuestas infraestructuras del grupo de resistencia libanés Hezbolá.
Precisa la cadena Telesur que durante la tarde del 17 de abril también lanzó diversos ataques aéreos, en la zona del Baalbek, el norte del Líbano donde, aseguran que había objetivos de la milicia chií.
Los ataques de Tel Aviv se producen después de que Hezbolá reivindicara un bombardeo contra un centro comunitario israelí en la frontera del Líbano, que dejó al menos 18 heridos, entre ellos 14 soldados.
Por su parte, el grupo libanés aseguró que sus acciones fueron contra un centro militar de reconocimiento en respuesta a dos bombardeos israelíes que el martes mataron a tres miembros del grupo en sendas áreas del sur del Líbano.
El fósforo blanco
El fósforo blanco, según explica la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermadades (en sus siglas, ATDS) es un material sólido ceroso altamente inflamable,empleado como arma incendiaria para provocar fuegos que destruyan estructuras, campos y otros objetos civiles.
En las personas produce quemaduras e irritación, daño al hígado, los riñones, el corazón, los pulmones y los huesos; y en varios casos, la muerte.
Si los fragmentos del fósforo blanco alcanzan el cuerpo, pueden reavivarse al estar expuestos al oxígeno.
El fósforo blanco se incendia al contacto con el aire y forma parte de varias municiones para producir cortinas de humo o señalizar o marcar objetivos.
La reacción química provoca un intenso calor de 815ºC. Crea luz y un humo espeso. Por esa razón, es empleado para crear cortinas de humo y tapar los movimientos de las tropas, hasta ahí es legal utilizarlas.
El uso del fósforo blanco contra personas está prohibido desde 1997 por la Convención de Ginebra.
Estas bombas de fósforo blanco se han usado en varias guerras, como la de Vietnam, Corea, Vietnam, Gaza, Chechenia o Libia. Su desarrollo comenzó en la I Guerra Mundial, y también se usó en la II Guerra Mundial a través de granadas, proyectiles o bombas.