Prosiguiendo con los valores simbólicos que tiene para nuestra historia Ignacio Agramonte, Enrique Collazo (quien fuera general de brigada del Ejército Libertador), dijo sobre él que se trataba de un joven de carácter violento y apasionado, justo, cuidadoso y amante de su tropa que se convirtió en maestro y modelo de sus subordinados.
Por su parte, otro patriota, Manuel de la Cruz lo califica de “caballero sin miedo y sin tacha que como ningún otro encarnó el espíritu de la Revolución”.
Todos los que conocieron a Agramonte o estudiaron su vida u oyeron hablar de él, lo identifican como “El Mayor”, o “El Bayardo”.
La imagen de Agramonte ha trascendido a partir de sus hazañas, de sus cualidades narradas por sus compañeros y también por lo especial de su amor con Amalia Simoni.
Martí dedicó muchas páginas a aquel joven héroe, a veces en paralelo con Céspedes.
Y esto no fue casual: habían representado dos concepciones de cómo estructurar la revolución, pero merecían todo el respeto y admiración de los cubanos.
En su citado trabajo “Céspedes y Agramonte”, Martí calificó a Agramonte como “aquel diamante con alma de beso”, y recordaba su relación con Amalia y su patriotismo al señalar que “hasta que su mujer no le cosió con sus manos la guajira azul para irse a la guerra, no creyó que habían comenzado sus bodas”.
Martí también dijo de Ignacio Agramonte cuando recordó el rescate de Sanguily y la capacidad de organización militar y de lealtad ciudadana, y de su actitud ante quienes atacaron a Céspedes. Entre las causas del Pacto del Zanjón, Vidal Morales dijo sobre la prematura muerte de Ignacio Agramonte, porque “la falta de este gran organizador vino a alentar el espíritu de facción e indisciplina que en hora funesta se reveló en las criminales sediciones de Lagunas de Varona y de Santa Rita”.
Escuche este episodio en nuestro canal de iVoox: