Sobre la legendaria figura del indio Hatuey, se dice que nuestros primeros historiadores asumieron el relato del padre Las Casas sobre lo que fue el horrendo crimen cometido hacia este hombre aborigen en la hoguera, es la versión más conocida y repetida.
Desde esas historias contadas y repetidas durante siglos que quedaron grabadas en la memoria colectiva, ese cacique se convirtió en un símbolo para los cubanos de generaciones posteriores.
José Martí, (por ejemplo), se refirió a Hatuey en la obra Patria y Libertad que escribiera en Guatemala en 1877, para de esta manera otorgarle un gran significado a los símbolos nacido de los pueblos originarios de la región que ya él empezaba a llamar “Nuestra América”:
En esa misma obra, Patria y Libertad, uno de sus personajes llamado Martino se refiere al episodio de Hatuey para convertirlo en acción de lucha cuando exclamó:
“¡Y ese de ramas, de encendidos palmeros coronado, que corre; corre alado, con terrible clamor, envuelto en llamas, es Hatuey!”.
“¡Corre encendido por la América Hatuey! ¡Manos al hierro!”
El propio Martí retomó esa evocación en 1882, cuando escribió:
“Y nosotros los americanos, hemos tenido en estas tierras la hoguera en que murió Hatuey”.
En sus fragmentos dedicados a Hatuey, Martí mostró el valor del cacique asesinado por su rebeldía para definir de qué lado está el deber.
Sin duda, para José Martí, Hatuey fue un símbolo del horror de la conquista, pero también de la resistencia, de lo rebelde autóctono.
El poeta cubano Francisco Sellén escribió en 1891 un poema dramático en cinco actos al que tituló Hatuey en el que vincula la gesta cubana con la de todo el continente.
En sus palabras de presentación, Sellén refirió esa historia y resaltó su valor simbólico:
“En los albores de nuestra historia se destaca, imponente, la heroica figura de Hatuey. La hoguera que consumió su cuerpo ha brillado desde entonces a manera de faro para los sedientos de justicia y libertad, para los anhelosos de la independencia de la patria cubana. Hatuey se ha convertido en encarnación de una idea: es el precursor de esos hijos de Quisqueya, de Borinquén, de Anahuac y de todas las regiones de nuestra América que corrieron a verter su sangre generosa en los campos de Cuba cuando ésta, con las armas en la mano, aspiró también a un puesto entre las naciones libres de este nuevo mundo”.
Recuerda que estamos en la marcha junto a los grandes de nuestra historia.
No te quedes, ven con nosotros…