Según estudios realizados por la doctora Franciasca López Civeira, uno de los nombres más antiguos de nuestra historia que se mantiene en la memoria colectiva es el de Hatuey.
Hatuey (o Yahatuey), llegó a la parte oriental de Cuba procedente del cacicazgo de Guahaba o Guajaba, en la isla de Quisqueya (llamada “La Española” por los conquistadores; que hoy incluye a Haití y República Dominicana), con la noticia de lo ocurrido allí al arribo de los españoles, y organizó aquí en Cuba una resistencia que duró 2 años.
Al cabo de ese tiempo, los conquistadores pudieron vencer a los aborígenes con sus armas y conocimientos de guerra, por lo que Hatuey fue capturado y condenado a morir quemado vivo en una hoguera.
Cuenta el padre Bartolomé de las Casas, quien llegó a Cuba hacia el año 1512, que poco antes de su horrendo sacrificio en la hoguera, “un religioso de San Francisco le dijo como mejor pudo que muriese cristiano” y se bautizase; a lo que Hatuey respondió que “para qué había de ser como los cristianos, porque ellos eran malos”. Según este relato escrito por el padre Bartolomé de las Casas, el religioso insistió con el argumento de que los cristianos cuando mueren van al cielo y allí ven a Dios, a lo que Hatuey respondió “que no quería ir allá, pues ellos (los españoles) iban a estar en el cielo también.”
Ese relato del padre Las Casas, que se ha recogido en la historiografía cubana desde los primeros historiadores hasta el presente y ha permanecido en la memoria colectiva, convirtió a Hatuey como el primer gran rebelde, quien primero resistió en esta tierra la crueldad de la conquista.
Recuerda que estamos en la marcha junto a los grandes de nuestra historia.
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