Según la historiadora Francisca López Civeira, el poeta Gabriel de la Concepción Valdés es otra de las personalidades de nuestra historia que se ha convertido en símbolo.
Conocido con el seudónimo de “Plácido”, su trágica muerte marcó con mucha fuerza su imagen.
Acusado de ser uno de los jefes de una conspiración antiesclavista llamada “La Escalera”, fue apresado y fusilado por la espalda.
Este poeta llevaba el apellido de la Casa de Beneficencia y Maternidad, por cuanto fue depositado allí al nacer, como resultado de la relación clandestina entre una bailarina blanca, española, con un cubano mulato.
El padre lo recuperó y lo atendió en medio de múltiples dificultades económicas. El niño tuvo que trabajar desde muy temprano y aprendió varios oficios, aunque el que le dio mayor estabilidad fue el de fabricar peinetas y otros objetos a partir del carey, de ahí que se le haya identificado también como peinetero, al igual que su padre.
No obstante, Gabriel de la Concepción Valdés, (Plácido), comenzó a escribir versos desde muy temprano, por lo cual ganó alguna fama que le posibilitó establecer relaciones con otros poetas y estudiar asuntos de literatura.
En varias ocasiones fue detenido y hecho prisionero, aunque las acusaciones de conspiración no fueron probadas. Estas características de Plácido le dieron nombre y la tragedia de su vida y muerte son parte del recuerdo hacia este poeta.
Su nombre alcanzó tal notoriedad que en 1836, estando en Matanzas, José María Heredia fue al taller donde trabajaba para conocerlo.
Gabriel de la Concepción Valdés, (Plácido), es otro de los símbolos de rebeldía por la libertad de Cuba ante el dominio español. Algunas de las producciones poéticas de este hombre han permanecido en las antologías y compilaciones de poesía cubana.
Recuerda que estamos en la marcha junto a los grandes de nuestra historia.
No te quedes, ven con nosotros.