Sobre el rol que han desempeñado grandes personalidades a lo largo de nuestra historia, no cabe dudas de que la figura del Cimarrón ocupa un lugar destacado.
En la historia de Cuba (y de América) el sistema de explotación esclavista impuesto por el dominio colonial español resultó un rasgo fundamental.
El comercio masivo de esclavos traídos de África y su explotación en estas tierras constituyó uno de los mayores holocaustos en la historia de la humanidad, pero también en aquella masa esclava se manifestó el afán del ser humano por su libertad.
Muchos de esos esclavos, no conformes con su terrible suerte, se fugaban y se refugiaban en zonas de difícil acceso en los montes, para organizar su vida en libertad, aunque siempre bajo el peligro de ser descubiertos.
Estos esclavos fugitivos se denominaron cimarrones y los lugares que acondicionaron para hacer su vida colectiva, en comunidad, en los casos en que esto ocurrió, se llamaron palenques, aunque en algunos lugares de América se les conoció como quilombos.
El origen de la palabra cimarrón ha sido polémico; pero en Cuba se aplicó, primero, a los aborígenes que escapaban de los explotadores españoles, después esta denominación se extendió a los esclavos provenientes de África y sus descendientes. Finalmente, el significado de Cimarrón ha quedado en la memoria colectiva.
En el siglo XIX, existieron obras literarias que recrearon el ambiente de la esclavitud, alguna con tendencias abolicionistas. Es el caso de la novela Sab, de la camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda, escrita en 1838, en la que se describe aquel drama humano.
Por todo esto y más, la figura del esclavo que vivió y sufrió su vida en Cuba y en otros lugares de América, ha quedado como símbolo de dolor humano y también como bandera de lucha ante la explotación del hombre por el hombre.
Recuerda que estamos en la marcha junto a los grandes de nuestra historia. No te quedes, ven con nosotros.