Ya se ha dicho, la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro en los combates contra la invasión mercenaria por Playa Girón influyó en el heroísmo de los cubanos aun antes de los primeros enfrentamientos.
Estremecen las líneas escritas de la epopeya, del preludio, de la batalla, de la victoria; ya herido de muerte por la metralla que de forma salvaje cayó sobre los aeropuertos de Ciudad Libertad, Santiago de Cuba y San Antonio de los Baños, el combatiente Eduardo García Delgado, poco antes de su último aliento, escribió, con su propia sangre, un nombre: FIDEL.

Hay una mítica imagen que inmortaliza la primera gran derrota del imperialismo en América, el líder de la Revolución Cubana saltando victorioso de un tanque T34, tras vencer a los invasores.
Cuentan las crónicas de la época que el Houston recibió varios impactos y fue hundiéndose lentamente hasta encallar en un bajío cerca de la costa. Fueron los últimos cañonazos de la guerra de Girón.
¡Adelante, cubanos, que la Revolución es invencible y contra ella y contra el pueblo heroico que la defiende se estrellarán todos sus enemigos!

Así, en primera fila del combate y del peligro estuvo siempre nuestro Comandante en Jefe, por ello la gesta sigue estremeciendo, más por estos estos tiempos, cuando en la ciénaga crecen Nemesias con zapatos blancos.
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