Resistencia creativa es un concepto que el Presidente de la República ha entronizado durante estos últimos cinco años de labor colectiva del Gobierno.
Concretar su esencia supuso reinventar una gestión que, además de marcar la continuidad histórica de la Revolución, ha tenido que navegar por mares muy tempestuosos desde el mismo momento que asumiera la dirección del país, en Abril de 2018.
Accidentes, catástrofes naturales, explosiones como la del Hotel Saratoga o incendios como el ocurrido en la Base de Supertanqueros de Matanzas, huracanes… pusieron a prueba la capacidad colectiva de la más alta dirección del país no solo para conducir y buscar salidas, sino también para sacar las mejores enseñanzas, minimizar brechas y trazar estrategias para la recuperación, acentuando prioridades y estimulando mecanismos de participación popular.
Como si fuera poco, al igual que en el resto del planeta, el país fue sacudido por la pandemia de la COVID 19 que prácticamente paralizó la economía, postergó planes de desarrollo social y dejó, indiscutiblemente, una secuela sicológica en el orden laboral que aún no hemos superado del todo.
¨Nuestros científicos salvaron al país¨, ha dicho el Presidente en reiteradas ocasiones. De la resistencia creativa, que tiene como ingredientes inteligencia, compromiso, sentido del momento histórico, nacieron nuestras vacunas que permitieron avanzar gradualmente por el camino de la recuperación.
La proeza se alcanzó en condiciones de un recrudecimiento, como nunca, de las medidas de bloqueo del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, que llegó hasta presiones a segundos países para no suministrarnos oxígeno medicinal cuando la situación arreció y la vida humana casi llegó al límite.
Para salvar la nación emergió una estrategia para tiempos de crisis, con el Gobierno a la cabeza y el acompañamiento de expertos, científicos y diversas instituciones. Durante más de un año se desarrollaron reuniones diarias para tomar decisiones a partir del panorama sanitario de la nación.
Vencida la etapa, y sin descuidar la mirada en el seguimiento a las medidas de control y prevención, el país fue retornando paulatinamente a la normalidad. Pero quedaron enseñanzas: la de trabajar con las ciencias, estimular el conocimiento colectivo, buscar salidas para cada situación en particular, diagnosticar, sumar voluntades, lograr participación y socializar experiencias para reducir brechas, y porque nadie como todos juntos seremos capaces de generar las mejores ideas.
Fue así como nacieron los encuentros con los ministerios sobre Sistemas de Gestión de la Ciencia e Innovación, después con integrantes de la Academia de Ciencias de Cuba, hasta llegar a la constitución del Consejo Nacional de Innovación, espacio donde se habla de ciencia constituida, se aprende, se filtra, se socializan saberes para ponerlos a tono con las soluciones que requiere la nación.
Ha sido pura resistencia creativa, porque cada idea o estrategia ha estado dirigida a mantener vitalidad y avanzar, asidos de lo genuinamente nacional, sin contar con necesarios recursos foráneos más que los propios.
Por eso la Ciencia y la Innovación han sido pilares del Gobierno, porque han contribuido a reinventarnos ante cada nueva situación para no dejarnos vencer.
En el escenario en que tiene lugar la vida del país constituye un desafío permanente, de sí o sí, para evadir obstáculos por muy grandes que estos sean.
Es muestra de capacidad y resiliencia, que no sería jamás posible sin el consenso del pueblo con el Gobierno que lo representa.
Si nuestros científicos salvaron al país, también en esa resistencia cotidiana, permanente, inagotable, estoica, han estado claves del ejercico de Gobierno durante los últimos cinco años.
Es sí, resistencia para avanzar creando. No es pura coincidencia, también resulta herencia y continuidad. En la rica historia de la Revolución Cubana. Fidel nos enseñó el camino.