El reconocido periodista cubano y crítico de arte Pedro de la Hoz falleció hoy a la edad de 71 años, según una nota del periódico Granma.
A partir de 1988 comenzó a laborar en el mencionado medio de prensa e inmediatamente pasó a la redacción de Cultura, conducida entonces por el periodista Rolando Pérez Betancourt, a quien sustituyó en el cargo y se mantuvo por 11 años.
Consideró a Granma su segunda casa. Sin abandonar su trabajo en el diario fue asesor de Armando Hart en los primeros años de la década de los noventa, y el primer director de la revista Artecubano, del Consejo Nacional de las Artes Plásticas.
Formó parte del capítulo de la Red en Defensa de la Humanidad, participó en foros realizados en Roma, Caracas, San Salvador de Bahía y Sao Paulo.
De la Hoz, Premio Nacional de Periodismo José Martí, fungió como vicepresidente de la Unión de Escritores y Artista de Cuba (Uneac), cargo que ocupó desde el VIII Congreso de la organización.
Nacido en 1953 en Cienfuegos y graduado de Periodismo por la Universidad de La Habana, en 1976, regresó a su natal provincia siendo uno de los fundadores del periódico 5 de Septiembre, en el cual atendió contenidos económicos.
Trabajó posteriormente en el periódico Vanguardia, de la central provincia de Villa Clara, y allí fundó el suplemento cultural Huellas.
Con una muy intensa producción periodística, la música, los espectáculos, la televisión y, en general, los temas de política cultural figuraron en su agudo ejercicio crítico.
Fue autor de los libros África en la Revolución Cubana, 2004, Como el primer día, 2009, así como, Durban, diez años después, 2011, Hotel Nacional de Cuba, revelaciones de una leyenda, entre otras publicaciones y textos.
La más reciente de sus publicaciones es Fidel y Mandela, de Ediciones Ocean Sur, 2022.
Entre otros reconocimientos, mereció el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro (1999) y el Premio de la Prensa Escrita Jorge Enrique Mendoza (2009).
Al ser nombrado Maestro de Juventudes, En sus palabras de agradecimiento Pedro expresó: «Maestro es grande palabra. Al margen de las exigencias curriculares y las rutinas del protocolo, el magisterio se gana en la medida que un hombre o una mujer sea capaz de dejar fecundas huellas en sus semejantes».
«No se constriñe ni al aula ni la lección formal, ni a los dictámenes metodológicos ni a la regulación didáctica», acotó.
(FUENTE: Prensa Latina)