Por Dalia Reyes Perera
Santa Lucía es una localidad y parroquia venezolana, capital del Municipio Paz Castillo en el Estado de Miranda. Es conocida por su rica arquitectura colonial.
Entre las obras más importantes figura el retablo, construido por Manuel Francisco Rubí, sobre el altar mayor de la iglesia, catalogada como la más colonial de los Valles del Tuy. Fundada en el siglo XVII, exactamente el 10 de febrero de 1621, según registran los documentos históricos, en Santa Lucía se ha formado una base cultural muy sólida. En el siglo XX hubo allí diversas empresas establecidas en esta localidad, que posteriormente abandonaron sus instalaciones, pero otras perduraron. También posee centros educativos, médicos, comercios, tres plazas y un monumento en su entrada.
Con una extensión de más de 400 kilómetros cuadrados y a unos 150 metros sobre el nivel del mar, en ese lugar habitan personas de muy bajos recursos. Precisamente los luciteños también han sido testigos del amor de las brigadas médicas cubanas que han llegado hasta la localidad y puntos muy distantes de esa zona geográfica, para prestar sus servicios.
Yaniuska Nisel Acosta Arzuaga, de la provincia de Granma, es la Jefa del Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Santa Lucía, aclara que en esa población de 62 mil 240 habitantes, hay predominio de personas hipertensas, diabéticas, un grupo de riesgo dispensarizado y que reclama toda la atención de los expertos sanitarios.
“Prestamos servicios de emergencia, de apoyo vital, compuesto por dos salas, una de hospitalización con 5 camas, una de terapia, cuidados intensivos, servicios de econosonografía, laboratorio clínico y laboratorio del Sistema UltraMicroAnalítico, SUMA para diagnósticos de tumores y otros padecimientos, además de servicios en la sala de rehabilitación, con fisiatra, logopeda, podólogo y rehabilitadores.
La Doctora Yaniuska explica algunas de las características de la Brigada cubana y sus relaciones con los especialistas venezolanos, en ese sentido enfatiza que “tenemos 22 colaboradores, con la parte venezolana nos relacionamos bien, colegiamos, tratamos de tener al máximo mucha comunicación, y siempre colegiamos todas las decisiones”, enfatiza.
Los especialistas cubanos que están en Santa Lucía vencen obstáculos en este sitio aislado, y en ocasiones deben hacer largas travesías hasta lugares distantes para prestar sus servicios.
“A veces tenemos lugares a 14 kilómetros de distancia, por ejemplo, una comunidad que se llama Siquire, donde hay un punto odontológico, consultorio y aunque está alejada, debemos llegar hasta allí, y hasta otras comunidades de máxima pobreza, siempre estamos en constante comunicación con la dirección venezolana”, enfatiza la Doctora, quien aclara que deben ir a pie hasta un lugar llamado El Guayabito, para lo cual deben desandar diez kilómetros más después de Siquire, con lo cual demoran entre cinco o seis horas de travesía por esos caminos difíciles.
Sin embargo, No hay distancia infranqueable para estos colaboradores que en Santa Lucía llevan los más lindos sentimientos del pueblo cubano.
Por eso nuestra interrogante: ¿Como logran atender esa población?
“Hay un transporte de la alcaldía que nos lleva a Siquire, de ahí seguimos caminando para no dejar ningún paciente por atender, es una comunidad de pobreza, viven en condiciones adversas, pero nosotros podemos ver la felicidad que nos muestran ellos cuando llegamos, dicen que no están olvidados, cuando ven un médico cubano es la bendición”, manifiesta emocionada.
La Jefa del CDI de Santa Lucía cumple 3 años como colaboradora en esta misión en Venezuela este 24 de septiembre. Con orgullo habla de su equipo, que no ceja en el empeño de dar más por los pacientes venezolanos.
“A este CDI lo distingue la zona geográfica, muy alejada, y a pesar de que estamos rodeados de peligro nada nos detiene en nuestra labor, los pobladores acuden a recibir nuestros servicios con muchas esperanzas, nosotros hacemos nuestro trabajo con entrega, responsabilidad, los médicos cubanos siempre están en sus consultorios, igual que el resto que está en otras funciones, y trabajamos más de ocho horas; cuando hay emergencia nunca dejamos al médico intensivista solo, siempre cooperamos con él, somos un gran equipo”, puntualiza.
Allí, en la parroquia de SantaLucía, capital del Municipio Paz Castillo en el Estado de Miranda, colaboradores cubanos desafían las adversidades y distancias para tender sus manos solidarias a sus pacientes venezolanos.
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