Las Tunas, Cuba– En la madrugada del 18 de abril de 1961, los ferreos ataques de los tanques de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), con el apoyo de la Fuerza Antiaérea, se hacían sentir en las arenas de Girón.

El tanquista Dael Vicente Ávila Rodríguez, que perdió una de sus piernas en la epopeya sostuvo que allí combatían los batallones de milicianos de Cienfuegos, Matanzas, Las Villas, el de los responsables de Milicias, una compañía de tanques de las columnas 1 y 2 del Ejército Rebelde, una batería de obuses y el batallón de la Policía Nacional Revolucionaria.
La respuesta de los jóvenes milicianos fue feroz; el coraje y el valor primaron en cada soldado. Los buques enemigos fueron repelidos y hundidos algunos de ellos por la metralla de los propios tanques a bordo, en los cuales también combatió el Líder Histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.
Dael sostuvo que, el impacto frontal fue tremendo. El humo, la candela y los gases convirtieron el interior del T–34 en un pequeño horno. La máquina estaba herida de muerte. Había que salir rápido de aquella mole de hierro.

“Los tiros estaban a la orden. Por un lado, nosotros le ‘metíamos’ al mercenario con todo. Por el otro, ellos, que vinieron mejor armados, no se quedaban atrás. Los aviones enemigos, a su paso, soltaban bombas y ametrallaban…”
El tanquista tunero Dael Vicente Ávila Rodríguez, grabó para la posteridad que, en la madrugada de aquel martes 18 de abril, la contraofensiva de los soldados cubanos en Playa larga guiada por Fidel con el empleo masivo de artillería, adquirida recientemente en la Unión Soviética no dio tregua a los invasores, para propinarles la primera gran derrota al imperialismo yanqui en menos de 72 horas.
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