El privilegio de cuidar a Fidel

Ángel Ramírez Peralta es un hombre alto, fuerte, parece un gigante de ébano, y en su mirada transmite la nobleza de quien siente la utilidad de la virtud.

Acabamos de conocerlo en Venezuela, donde hoy es colaborador en la hermana nación, y cumple su función como administrador del Centro de Diagnóstico Integral Santa Cruz del Este, en el Estado Miranda. Pero Ángel reserva una historia que guarda como el tesoro mayor de su vida. Él fue escolta del Comandante en Jefe Fidel Castro.

Estuve 15 años en la Escolta Personal. El Comandante era una persona excepcional, muy humano, comunicativo, siempre al lado del pueblo, compartía con mucha sensibilidad las tristezas y alegrías de cada cubana y cubano,  era un hombre muy decidido y fiel a sus principios, valeroso, consecuente con la causa revolucionaria, con su país, comprometido con la Revolución hasta el último aliento”, asegura.

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Pero ¿Cómo era cuidar al Comandante? Después de tantos años, los recuerdos aún le conmueven.

“No solo yo, sino todos los compañeros nuestros de la Seguridad Personal sentíamos mucho orgullo por lo que hacíamos, eso se lleva en el corazón, somos hombres anónimos que cumplíamos con las tareas que se nos encomendaban. Fidel era exigente, trabajaba mucho, estábamos en el Palacio de la Revolución y el decidía hacer recorridos, dialogar con la gente, entonces salíamos a varios lugares, era un servicio fuerte, de mucha tensión, duro, yo diría que cada integrante de la Seguridad Personal defendíamos con orgullo a quien estábamos cuidando, sabíamos a quién estábamos cuidando y comprometidos con él, sobre todas las cosas”.

YO VOY AL FRENTE, CON MI PUEBLO

Este hombre que agradece el privilegio de proteger a Fidel por quince años, no olvida aquellos instantes, unos tristes, otros alegres, en los que vio crecer la estatura del gigante inmortal.

“El 5 de agosto de 1994 fue un hecho contundente, me asombró la reacción del pueblo, fue muy duro, estábamos en pleno Período Especial, había muchas necesidades y carencias, comenzó la manifestación en el Parque El Prado y llegó hasta el Malecón, nosotros salimos como a las 9 y 30 de la mañana, cuando Fidel bajó de su jeep, el Jefe de Escolta le dijo: “usted no puede ir adelante” y él respondió rotundamente y con una dignidad asombrosa: “el Comandante aquí soy yo y voy a defender a mi pueblo”. Sinceramente, no esperaba la respuesta de la gente al encontrarse con Fidel,  cuando él dijo “yo vine a recoger mi cuota de piedra”, con tanta hidalguía, tanta sinceridad, tantos sentimientos. En ese momento tan difícil él se mantuvo junto a su pueblo y dijo una y otra vez: “Voy adelante, si estoy al frente de la Revolución, ahora voy adelante”, y cuando la gente vio a Fidel se acabó la revuelta y empezaron a aclamarlo, una vez más vi su grandeza, aquello fue increíble”.

Hubo también días en que Ángel, este hombre fuerte y noble vio a un padre cariñoso junto a quienes lo protegían a costa de sus propias vidas.

“En su 76 cumpleaños, él se encontró con nosotros y nos  expresó: “Yo me siento parte de ustedes, son mi familia, no tengo cómo agradecer el tiempo que me han cuidado, como me han protegido”, y cuando uno ve a un líder de esa magnitud decir esas cosas, hay muchas razones para mantenerse a su lado, firme; a mí me emocionó mucho, me conmocionó”.

Para Ángel, el miedo nunca puso vencerlo.

“¿Miedo? Nunca, ni aún en las circunstancias más duras, estoy curado de espantos y seguiré defendiendo a la Patria, hasta las últimas consecuencias como él lo hizo”, responde.

A VENEZUELA TRAJE SU LEGADO

Transcurrió el tiempo, y este holguinero de pura cepa, pasó la Escuela de Administración de Salud, es compositor musical y entre sus aportes, hay una canción dedicada al líder. El día que vino para Venezuela sabía que aquí traería también las enseñanzas de Fidel.

“Traje el sentimiento solidario, esa gran humildad y deseos de defender las conquistas que él logró para nuestra Patria, lo llevo con orgullo en mi corazón, Fidel era como mi padre, siempre lo respeté, lo admiré y admiraré por los valores que él nos inculcó, por las transformaciones que hizo en nuestra Patria y hoy se lo agradezco, estoy aquí en Venezuela, cumpliendo con el momento que me ha tocado vivir de brindar mi ayuda solidaria a otros pueblos”.

EL DÍA MÁS TRISTE

Cuando supo de la partida física del Comandante, sintió uno de los dolores más grandes de su vida, perdía una luz. Lo dice con lágrimas en los ojos y la voz quebrada.

“Le diré la verdad, cuando escuché que Fidel murió, sentí un dolor tan grande como si hubiese perdido a mi padre, sabía que había fallecido un hombre grande que me era entrañable, fueron mis años de juventud junto a él, incluso de renunciamientos, de estar lejos de mi familia, de mi hijo, pero sabía que cumplía mi deber, estar junto a él fue muy grande, fue la misión que nos tocó, y ahora ratificamos el compromiso de ser consecuentes con la causa revolucionaria, defender la Revolución, por esas razones cumplo esta tarea en Venezuela con los mismos principios que nos enseñó, esta es nuestra segunda Patria y el objetivo esencial es salvaguardar nuestra Revolución y que la salud de este pueblo hermano mejore”.

Una y otra vez se pregunta qué le diría a Fidel si tuviera la oportunidad de dialogar con él.

Si tuviera la oportunidad de hablar con el Comandante, ¿qué le diría?

“Le diría que me siento muy orgulloso de haber cumplido con él y ser fiel a su legado, de haber formado parte de la Seguridad Personal, le ratificaría que me siento feliz de haberlo conocido, de cómo nos educó, nos formó, no tengo cómo pagar eso, soy quien fui, quien soy y seré gracias a Fidel”.

¿Alguna historia que nos acerque al Fidel más íntimo?

“A él le gustaba compartir con nosotros, era caballeroso, respetuoso, los fines de año iba posta a posta para saludarnos y desearnos felicitaciones, tenía pensamientos profundos y objetivos que cumplir en su vida, era muy grande, dejó libros escritos, nos dejó su ejemplo de solidaridad, de humanismo, una ética consecuente”.

¿Cuál Fidel llevará siempre en su corazón?

El gran líder, humanista, cabal, comprometido con su palabra y defensor de los pobres, ese es el Fidel que yo veo”. Son las remembranzas de Ángel Ramírez Peralta, quien siente el privilegio de haber cuidado a Fidel y el orgullo de haber integrado por quince años la Escolta Personal de un hombre grande, al que amó como

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