El periodismo y la unión de generaciones

Por: Victor M. Rodríguez

Quizás sea habitual para un periodista recién graduado el síndrome del impostor al llegar de la nada a un homenaje a la prensa, rodeado de colegas que lo superan en experiencia, premios y galones, con esa sensación de, pese a estar invitado, desentonar en un lugar desde el pelo hasta las botas.

Sin embargo, el periodismo que a veces resulta cuna de egos, también enseña que aquellos que ves como ídolos, se convierten de pronto en tus compañeros de viaje.

El homenaje que, como cada año, ofrece Correos de Cuba a la prensa, fue la excusa para el choque de la vieja guardia con este neófito, que por azar acompañó a varios ganadores de Premios Nacionales por la Obra del Año y la Obra de la Vida.

Desde el primer momento del recorrido, rodeados de la historia del Correo, sientes que, en aquella sala llena de carreras brillantes y años de servicio, eres una especie de oveja negra que no encaja.

Al paso por la nueva planta empaquetadora que esperan abra sus puertas en junio, y rodeado por periodistas de la talla de Edda Diz Garcés, Ricardo López Hevia, Enrique Milanés, Óscar Sánchez y Freddy Moros, uno se pregunta con qué tropezó para llegar hasta ahí.

Al cierre de la jornada con la presidencia de la Unión de Periodistas enfrente, la sensación de ser un intruso se vuelve más grande, hasta que los ves reírse de una historia cotidiana como las personas normales. De pronto todos dejan de parecer lejanos, fríos seres escondidos tras cargos y se parecen más a lo que eres tú: un periodista cubano, como cualquier otro, que carga a los hombros el deber de contar un país.

Coincidir con ellos abre un poco los ojos y hace que el alma brille al andar junto a sus pasos: no te equivocaste de camino y la única barrera entre todos es el tiempo y los premios, pues en el resto, son iguales, y lo notas mejor cuando ves la foto y ahí estás: el rostro más joven entre un coro de locos como tú, que hicieron de la verdad su credo.

Más detalles en la propuesta radial.

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