«Durante 5 días, del viernes 18 al miércoles 23 de octubre, las familias cubanas estuvieron privadas, salvo pocas horas, de electricidad, con la ansiedad de que los alimentos se echarían a perder y no sería posible o muy costoso reponerlos, y muchas de ellas carecieron de agua corriente. Los hospitales funcionaron en condiciones de emergencia y las escuelas y universidades suspendieron sus clases. Las entidades interrumpieron sus actividades y se mantuvieron sólo las vitales. La economía se detuvo».
Así comenzó su intervención el ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, al presentar este miércoles el proyecto de Resolución titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
Otra vez en el podio del salón plenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas, por trigésimo segunda ocasión, el representante de Cuba -esta vez su canciller- denunció cómo y cuánto afecta al pueblo cubano, la política inhumana que impone el gobierno norteamericano
Un silencio impresionante se adueñó de la sala, mientras el jefe de la diplomacia cubana repasaba duros pasajes de nuestra historia reciente, la de los últimos días, la de sucesivas semanas, la de todos los meses, la vida cotidiana desde hace más de 60 años de la Cuba que, impactada por una férrea guerra económica, sigue de pie, sin claudicar a sus principios.
El mensaje ha sido directo. La economía de esta pequeña Isla ha experimentado en los últimos años dificultades sin precedentes, con un impacto crítico sobre el bienestar de la población. Lo sufre el pueblo a diario, mientras el gobierno trabaja incansablemente para encontrar soluciones a tan adverso desafío.
Al finalizar su vibrante intervención, en nombre del gobierno y pueblo cubanos, el canciller solicitó respetuosamente a los presentes en el plenario votar a favor del texto que exige el levantamiento de esta política inhumana y obsoleta.
Antes había dicho a los representantes de la comunidad internacional que «al presionar el botón verde en sus mesas, estarían confirmando que el bloqueo contra Cuba es una violación flagrante de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, y debe cesar».
Tras los aplausos, se realizó la votación. Fue entonces, cuando una cascada de puntos verdes inundó las pantallas electrónicas del emblemático salón, registrando la posición de cada escaño.
Con 187 votos a favor Cuba otra vez conquistó una contundente victoria. Las delegaciones de Estados Unidos e Israel votaron en contra, mientras que Moldavia se abstuvo.
Washington nuevamente quedó aislado. Desde 1992, de manera ininterrumpida, esta misma Asamblea se ha pronunciado inequívocamente a favor de poner fin al bloqueo. Las razones que avalan ese reclamo son hoy tan o más válidas que entonces.
En este octubre de escenarios convulsos en la mayoría de las regiones del mundo, 187 países, incluidos los grandes y pequeños, los ricos y pobres, los desarrollados y en vía de serlo, con sus votos a favor, reafirmaron el derecho del pueblo cubano y de todas las naciones a defender su independencia, soberanía y libre determinación, sin injerencias ni intervenciones extranjeras.
El apoyo a la resolución de Cuba lanzó, como ráfaga, un mensaje firme al actual Presidente de Estados Unidos y al próximo, para que utilicen sus prerrogativas ejecutivas y reparen la grave injusticia que se comete contra la familia cubana.
Lo que reclama la resolución aprobada este miércoles en Nueva York, no es de ninguna manera una concesión a Cuba; no es un acto generoso ni un trato preferencial. Es simplemente que cese la injusticia.
El respaldo abrumador de la comunidad internacional es el reconocimiento a la heroica resistencia del noble, digno y solidario pueblo cubano.
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