Cuba es hoy un modelo a seguir en materia de nuevas legislaciones, sobre todo en lo que respecta al derecho familiar y al desarrollo pleno de los niños, adolescentes y jóvenes. Así lo catalogó, en entrevista con Juventud Rebelde, la argentina Alejandra Trossero, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la Mayor de las Antillas.
Al decir de la destacada psicóloga de profesión, con más de 20 años de experiencia en promoción de derechos de la niñez y desarrollo en adolescentes, pese a los tantos obstáculos que atraviesa la isla caribeña atesora logros significativos en varios de los Objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
El Estado cubano, como signatario de la Convención sobre los Derechos del Niño desde 1991, siempre ha mostrado una fuerte voluntad política para garantizar el presente, futuro y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes, especialmente —precisó Trossero— en el ámbito de la cobertura educativa y la atención a la salud materno-infantil. Además, prioriza el avance integral de la primera infancia con programas de educación y salud como el de Atención Materno-Infantil, Educa a tu Hijo y la atención en los círculos infantiles.
Destacó que otro punto ponderable desde la perspectiva de Unicef es la atención las personas con discapacidad. La política social del país resulta muy avanzada en este aspecto, pues va dirigida a elevarles la calidad de vida y hacia la igualdad de oportunidades. «Aquí un joven con discapacidad tiene garantizado derechos, y su limitante física en realidad no lo es para estudiar y crecer profesionalmente», comenta.
Pese a las complejas transformaciones que lleva a cabo el país, la representante aseveró que en todo momento sigue existiendo un compromiso explícito del Gobierno y sus instituciones de mantener los logros alcanzados en la protección de las infancias y adolescencias. Expresión de ello fue la aprobación en julio de 2023 de una nueva Política integral de niñez, adolescencias y juventudes, junto con su Plan de Acción 2023-2030.
En la línea correcta
La Constitución aprobada en el año 2019 ya introdujo aspectos relevantes en la protección de la niñez que están recogidos, incluso, en la Convención de los Derechos del Niño. Por eso, a juicio de Trossero existen principios muy importantes en la Carta Magna cubana, como considerar al niño un sujeto de derechos, al igual que una persona adulta. Lo único que los distingue —dice— es que el infante necesita de un sistema de protección específico para poder desarrollarse y crecer, y que los gobiernos tienen buena parte de la responsabilidad de garantizar ese desarrollo.
Y es lo que está realizando Cuba actualmente, agrega. Primero llevando a ley las voluntades colectivas con extraordinaria seriedad y sentido del
deber como Estado, y luego, de forma progresiva, poniéndolas en práctica.
En ese marco, reconoce la Política integral de niñez, adolescencias y juventudes en la línea correcta, porque no solo hacen falta normas y leyes, sino que las naciones también deben llevarlas a estrategias y políticas específicas para implementarlas de la mejor manera posible.
Asegura Trossero que esta nueva Política se traza entre sus objetivos articular el cuerpo de estrategias que luego permita hacer cumplir, poco a poco, todo lo que está escrito en la nueva Constitución y en el Código de las Familias.
Sobre este último en particular, señala que tuvo la suerte de acompañar desde muy cerca la construcción del proyecto del Código de las Familias casi recién llegada al país y ello le permitió aprender a fondo del contexto nacional. Sin duda, esa norma jurídica constituye un referente no solo a nivel regional, sino también para el mundo, valora.
Cuba ha hecho un proceso muy interesante desde la consulta con las bases populares; pero, además, llamó a los mejores expertos para apoyar la definición de un Código de las Familias que tiene en el centro de sus prioridades el desarrollo pleno de los infantes, adolescentes y jóvenes, dice.
El apoyo será invariable
Para nuestro país el apoyo del Sistema de Naciones Unidas, del cual forma parte Unicef como una de sus agencias de trabajo, ha sido importante y, en algunos casos, resalta con mucha relevancia. El acompañamiento no solo va dirigido al asesoramiento legislativo en beneficio de la infancia desde cero a 18 años, sino que toca otros puntos de la vida cotidiana.
Durante el pasado año, por ejemplo, se fortalecieron con la ayuda de Unicef los servicios de neonatología en 19 centros especializados de todo el país, y fue posible obtener a través del mecanismo varias incubadoras, mantas térmicas e insumos indispensables.
Según explica Trossero, es conocida la gran capacidad de producción de vacunas del Archipiélago, admirada por todo el mundo, pero hay una en particular que los niños menores de un año requieren y que no se puede producir en el país. Desde Unicef, agrega, existe el compromiso todos los años de traer esa vacuna para proteger a los niños contra la rubéola, la parotiditis y el sarampión.
Nada de ello fuera posible sin un trabajo sólido interagencial del Sistema de Naciones Unidas en Cuba y las instituciones del Estado, las cuales Alejandra cataloga como relaciones de hermandad. «Hasta ahora estamos muy satisfechos con la labor realizada porque no se trata solo de Unicef, es un trabajo conjunto que parte de las instituciones cubanas», significó.
De nuestra parte, obviamente, nos gustaría hacer muchísimo más —comenta—, pues sabemos la situación difícil que atraviesa el país y las dificultades que vive, sobre todo en la adquisición de insumos y de equipamiento debido al bloqueo impuesto por Estados Unidos. «De ahí que a veces sintamos una gran frustración de no poder abarcar mayores cosas. Pero siempre intentamos hacer todo lo que está al alcance de Unicef, ya sea movilizando recursos para poder apoyar al país en esos esfuerzos».
Una de las preocupaciones que tenemos hoy —asegura— es la falta de medicamentos pediátricos. Y la urgencia va encaminada a buscar más financiamiento para poder traer los insumos que son esenciales en el caso de los niños.
Sin embargo, movilizar recursos para nuestro país resulta extremadamente complicado, incluso a través del Sistema de Naciones Unidas. Y es que, a diferencia de otros países, Cuba tiene un grupo reducido de donantes justamente por los problemas que conocemos con las sanciones y el bloqueo estadounidense, opina Trossero.
La dificultad está dada a la hora de articular esas donaciones hacia Cuba, por lo que, respecto a las demás naciones, está en situación de desventaja en relación con el financiamiento para el desarrollo. «Existe una limitante muy grande para conseguir fondos específicos hacia Cuba», aseveró.
Pese a todas las dificultades objetivas y muy reales que debe enfrentar nuestro país cotidianamente, nada congratula más a esta mujer argentina que el hecho de llegar a una institución de salud cubana y entregar algún tipo de insumos. «Satisface cuando el personal de primera línea, por ejemplo, sabe que puede contar con los medicamentos para la atención a un niño, niña o adolescente», precisa.
Si bien los avances han sido enormes, aún queda camino por recorrer para asegurar el pleno bienestar de cada infante. La pandemia de la Covid-19, que paralizó al mundo y al país durante dos años, dejó una marca de la cual nos cuesta recuperarnos. Para la mayoría de los niños —reconoce Trossero— esa etapa marcó el comienzo de la vida escolar de manera virtual, las relaciones a distancia, la falta de oportunidades de socialización y la pérdida de familiares cercanos.
De ahí que el trabajo dentro de la Isla —dice— también ha estado enfocado en los últimos tiempos, luego de la pandemia y con la crisis multifactorial, a la recuperación de los servicios esenciales y el apoyo sicoemocional a los niños, niñas, adolescentes y sus familias.
Después de casi dos años y medio de trabajo en Cuba, Alejandra Trossero afirma que la responsabilidad de Unicef con la Isla será invariable, al igual que el de ella. «Mi compromiso personal —reconoce— también va resumido a Cuba, al procurar siempre ayudar a este país a captar mayor financiamiento para el desarrollo de sus infantes».
(Fuente: Juventud Rebelde)