Cuando la actriz Corina Mestre dejó escuchar su inconfundible voz recitando el emblemático poema de la escritora Mirta Aguirre “Canción antigua al Che Guevara”, un silencio sobrecogedor se adueñó de la Sala Universal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
En la primera fila, encabezando la gala de homenaje al Comandante Ernesto Guevara de la Serna, en el aniversario 95 de su natalicio, estuvieron el líder de la Revolución cubana, General de Ejército Raúl Castro Ruz y el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Y allí, también, estuvo presente el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, amigo del Che, integrante de su columna en la Sierra Maestra y a quien le correspondió el altísimo honor de regresar a la Patria los restos del Guerrillero Heroico.
En el escenario, la bandera de la estrella solitaria acompañó a la declamadora, como símbolo inequívoco de una nación comprometida con las causas más justas de la humanidad, mientras la lírica de los versos nos recordó que el Che sigue estando en todas partes, hecho historia.
La velada —que contó, además, con la presencia de Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y Roberto Morales Ojeda, secretario de organización del Comité Central del Partido Comunista, junto a otros miembros del Buró Político, autoridades del Estado y el Gobierno— tuvo como hilo conductor el monumental poema “América”, del chileno Pablo Neruda, uno de los poetas preferidos del Che.
En varios momentos de la gala artística se escuchó la voz del poeta, recitando sus propios versos, mientras la pantalla mostraba imágenes de la realidad de un continente, su naturaleza, sus luchas, sus aspiraciones.
Aplausos prolongados recibió el cantautor Silvio Rodríguez, quien regaló al auditorio dos temas antológicos. Primero interpretó “El dulce abismo”, canción que, como el inmenso trovador ha contado, escribió a partir de la carta que Eliseo Reyes Rodríguez, el Capitán San Luis, dejara a su esposa antes de incorporarse a la guerrilla junto al Che en Bolivia.Luego Silvio cantó “Tonada del albedrío”, dedicada al legendario guerrillero argentino-cubano.
La danza se unió a la música y a la poesía en una gala artística que evocó todo el tiempo el coraje y la grandeza de un hombre que consideraba que «el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor». Entonces, apareció en escena el joven bailarín YankielVázquez, solista del Ballet Nacional de Cuba, quien interpretó la coreografía de un intenso fragmento de la obra “La muerte del cisne”.
El Coro Entrevoces, que dirige la Maestra Digna Guerra, conquistó al público con su exquisita interpretación de cuatro temas musicales de la autoría de Silvio Rodríguez, cerrando con “El Necio”, una emblemática canción que expresa en su letra «la necedad de vivir sin tener precio».
Los apuntes escritos de Ernesto Guevara de la Serna, entre ellos “Diarios de motocicleta», el viaje que forjó en el joven su visión sobre la realidad de América Latina; y también fragmentos de la carta que Guevara escribió a su madre desde México, en 1956, estuvieron entre los textos que magistralmente fueron dichos por los niños de la compañía de teatro infantil “La Colmenita”.
El talento de los más pequeños mostró aspectos relacionados con la vida del Che, su concepción filosófica acerca de la humanidad, el internacionalismo, el altruismo, el compromiso con las causas justas y la defensa de los derechos de los pueblos de América y del mundo.
Un cierre repleto de cubanía y patriotismo lo protagonizó el músico Alberto Faya, junto a su esposa e hijo, al interpretar “Chamamé a Cuba”, un tema que emocionó a los presentes en la gala. Esta canción de un ritmo originario del noreste de Argentina, compuesta en los años setenta del pasado siglo, es un canto lleno de optimismo y de confianza en un futuro diferente para América Latina, teniendo como brújula a la Revolución cubana y a la tierra de Fidel.
Al terminar la gala de homenaje al Guerrillero Heroico, en el aniversario 95 de su nacimiento, Raúl y Díaz-Canel reiteraron su saludo a Aleida March, directora del Centro de Estudios Che Guevara, y a sus hijas Aleidita y Celia, junto a otros invitados a esta conmemoración.
Concluía así el tributo, desde el arte revolucionario, a un guerrillero de todos los tiempos, que nos sigue convocando a soñar, a crear y a luchar.
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