Hoy doblan las campanas en el mundo tras el deceso del hombre humilde, el defensor de las causas justas, el Príncipe revolucionario de la Iglesia Católica.
A las 7:35 ante meridiano de este lunes, hora local en El Vaticano, murió el Papa Francisco en una modesta habitación de la Casa de Huéspedes de Santa Marta; el Obispo de Roma había cumplido 88 años.
El Padre que llevó siempre apretado al pecho su crucifijo de plata y el cetro de madera, que recorrió el mundo en nombre de la paz, vivió el tiempo suficiente para orar y obrar a favor de los pobres, para desde la Cátedra de San Pedro, extender al mundo su mensaje contra la guerra y a favor de la conciliación entre hermanos de una misma fe y credos diferentes.
«Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande, yo quiero mucho al pueblo cubano», llegó a decir el Sumo Pontífice, el 12 de julio de 2023.




Tal vez, sea esta la ceremonia funeraria más sencilla de la historia del papado, la de un fiel que pidió ser despedido como un pastor, no como un hombre poderoso de este mundo.
Según declaraciones del arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias apostólicas, entre los cambios que introdujo el propio Francisco para las exequias, resaltan la eliminación del velatorio privado, la supresión del pedestal donde reposaban los cuerpos de sus predecesores durante el velatorio público.
De igual modo, mientras que los papas anteriores eran colocados en el interior de tres ataúdes, uno dentro de otro (el primero de ciprés, el segundo de plomo y el último de olmo), Francisco dispuso un único féretro de madera y forrado de zinc.

Jorge Mario Bergoglio o Francisco I fue el primer papa del hemisferio occidental, el primero de América del Sur y el primero de la orden de los jesuitas.
El argentino que revolucionó la Iglesia Universal fue investido como Papa el 13 de marzo de 2013. Desde principios de año su salud se deterioró significativamente, pasó casi dos meses hospitalizado y regresó hace unas semanas al Vaticano.

Hoy redoblan las campanas en Cuba y en todo el mundo, para ateos y creyentes, el legado del Papa latinoamericano será eterno.


