Un buen oyente nos pide a Roberto Faz, nacido en Regla el 18 de septiembre de 1914 y muerto en esta capital el 26 de abril de 1966, percusionista y cantante cubano, poseedor de una excelente voz sonera con agudo timbre e intérprete de diversos géneros de música tropical, tales como el son montuno, la guaracha, el bolero y el danzonete.
Una voz tan autorizada como la de Miguelito Cuní dijo de Roberto Faz: «Hombre, amigo, compañero, como sonero, extraordinario. Fue el primer blanco en cantar sones».
Y otra tan importante como la Tito Gómez, sentenció: «El mejor sonero blanco que dio Cuba».
Con apenas trece años, Roberto Faz empezó como vocalista en el sexteto Champán Sport en Guanabacoa. Después probó suerte en distintos grupos, hasta que en 1930 es integrado a la Orquesta Ultramar, dirigida por su padre, pero tuvo que dedicarse también a camarero y conductor de autobús.
En mayo de 1944 se integró en el popular Conjunto Casino, dirigido por Roberto Espí, y en el junto a Agustín Ribot realizó múltiples grabaciones y giras por el Caribe y México. Recuerdo que en Panamá me lo recordaron con absoluta nostalgia.
En 1956 formó Roberto Faz y su conjunto, compuesto por unos once músicos, con una sección de cuatro trompetas, apegada a la tradición y el estilo que creó Arsenio Rodríguez.
Entre sus temas más recordados están: «Píntate los labios, María», «El pregón de la montaña», «El retozón», «Suena tu bongó», «Oiga compadre» y «Te traigo mi son». Pero nuestro oyente pide un bolero y que clase de bolero. Uno de los más significativos del catálogo cubano.
En 1947 Roberto Faz grabó Comprensión, compuesto por Cristóbal Dobal, a la sazón el bajista del Casino, y el tema se convirtió en un éxito total. Claro, es evidente el sentido carácter muy personal del asunto, lo que lo hizo sensibilizar a muchos corazones y por supuesto estar presente en la mayoría de las victrolas cubanas.
Aquí está Comprensión, en la grabación original que Roberto Faz hizo en 1947 con el Conjunto Casino…
Y aquí está la que hizo con su conjunto casi 20 años después, mostrando su timbre de siempre.
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