En el estreno de su nuevo período presidencial Donald Trump ha exhibido la actitud criminal que ya ostentó en el anterior. Sin ningún fundamento moral ni legal, su desfachatez se ha explayado en planos internacionales con la espectacularidad mediática de un magnate ególatra y delincuente convicto. Contra Cuba en particular el “republicano” retoma la saña con que ya había reforzado el bloqueo con medidas extremas que su predecesor “demócrata” mantuvo pese a promesas de fines electoreros.
Una vez más se confirman tanto la naturaleza imperialista de un sistema que viola los derechos humanos en el mundo como su rabia acumulada ante una realidad que no ha logrado ni logrará torcer: la capacidad de Cuba para defender su soberanía y la búsqueda de condiciones de vida que su pueblo merece tener y las fuerzas imperialistas se empeñan en impedirle.
Para privarla de ese logro el gobierno de los Estados Unidos instauró el bloqueo hace más de seis décadas, y una tras otra sus administraciones han visto fracasar su empeño, aunque le han causado graves daños a Cuba.
El presidente que ha regresado a la Casa Blanca es el mismo que, acudiendo a la mentira y la manipulación en una guerra mediática que no cesa, además de arreciar el bloqueo contra el pueblo cubano, intentó aniquilarlo por múltiples vías, incluso privándolo de oxígeno, mascarillas y otros recursos para enfrentar una pandemia letal.
Con creatividad y esfuerzo Cuba logró vacunas de probada efectividad, que siguen mereciendo admiración planetaria, a despecho de la calumniosa propaganda de la misma nación que estuvo lejos de ser capaz de manejar la pandemia como su propio pueblo necesitaba, y que ha sido cómplice o copatrocinadora de monstruosidades como el genocidio en Palestina.
Se necesita mucho cinismo para proclamar que las medidas tomadas para estrangular al pueblo cubano buscan defender su libertad. Cuba se liberó en 1959 contra una tiranía apoyada por el imperio que hoy Trump representa, y el pueblo cubano seguirá encarando resueltamente las fuerzas imperialistas.
Si algo ellas conseguirán será ratificarlo en la decisión de sobreponerse a cuanto obstáculo se ponga en su camino, y hacer todo lo necesario en pos del bien colectivo. Así mantendrá la dignidad que tanta sangre y tanto sudor le ha costado lograr, frente a un imperio cuyos desafueros lo retratan en su naturaleza asesina y su irreversible decadencia.
La guía de Cuba sigue siendo su irrenunciable ¡Patria o Muerte, Venceremos!