En la historia de la Humanidad los jóvenes han tenido siempre protagonismo al replantearse nuevas transformaciones. El Che, cuando se refirió a la importancia de la labor de los jóvenes en Cuba afirmó: “La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera”.
Desde el primer momento, tras el triunfo revolucionario, el Guerrillero Heroico entendió la importancia de la continuidad histórica, cuyo protagonismo principal estaría centrado en la juventud.
La vida ha demostrado que en cada proceso complejo por el que ha pasado el proceso revolucionario cubano, la actitud y presencia de los jóvenes ha sido imprescindible.
Fidel siempre apeló a la impronta de los jóvenes para “halar” el país durante el llamado Período Especial en los años 90 del pasado siglo, cuando de la mano de la UJC se convocaron Tribunas Abiertas, se organizaron múltiples marchas del Pueblo Combatiente, movilizaciones a la agricultura y campamentos agrícolas para la producción de alimentos, y también la vigilancia permanente en objetivos estratégicos cuando los enemigos de la Patria intentaron “apretar tuercas” y derrocar a la Revolución, o la situación económica del país lo exigió.
Al llegar la Covid-19, los testimonios de las heroicidades realizadas para enfrentar la enfermedad, no se podrían escribir sin hablar de la juventud. Sin apenas convocarlos marcharon voluntariamente a trabajar en centros de aislamiento, “estremecieron” el barrio con múltiples acciones sociales y de acompañamiento a las familias y personas vulnerables y, en la esfera de las ciencias, contribuyeron ostensiblemente al logro de las vacunas contra el virus que salvaron el país.
Después, los vimos inmersos en las transformaciones de los barrios con mayor vulnerabilidad, y fueron pieza clave en el diagnóstico de las comunidades, las visitas a las familias, el impulso e implementación de proyectos sociales, y también en proponer nuevas ideas para el mejoramiento de infraestructuras y la calidad de vida de las personas en sitios que lo necesitaban.
Cuando desgraciadamente nos sorprendieron dos accidentes fatales: la explosición del Hotel Saratoga en pleno corazón de La Habana y el incendio de la Base de Supertanqueros en Matanzas, en esa rápida respuesta, segundo a segundo, minuto a minuto, para mitigar los daños de ambos lamentables sucesos, estuvieron también nuestros jóvenes.
En una avalancha de ataques en redes sociales digitales fundamentalmente, desplegadas por nuestros acérrimos enemigos, los jóvenes han estado en la mira. Saben que en ellos está la continuidad, cada eslabón que conecta una generación con la otra, la vitalidad de la Revolución convertida en unidad indisoluble, lo que nos sostiene a pesar de la despiadada maquinaria imperialista que apunta contra Cuba, tiene presencia de nuestros jóvenes.
En jornadas de celebración de un nuevo cumpleaños de la UJC, organización que representa a todos nuestros jóvenes, seguir trabajando con la más bisoña generación, identificando sus actitudes y potencialidades, ofreciéndoles todas las oportunidades, es clave y además estratégico.
La preparación de los jóvenes, su ímpetu cotidiano, los hacen merecedores para darles todas las responsabilidades y confianza posibles en cada centro laboral o esfera de la vida económica del país, está demostrado. Con ellos aprendemos permanentemente y sus ideas frescas son resortes necesarios para avanzar con mayor celeridad y siempre mantener la “varilla” de las metas a alcanzar bien altas.