Otra vez la alborada del primer día de mayo desborda la Isla de colores, alegrías y certezas compartidas. Otra vez la fecha convoca y une, alienta y compromete; enaltece la verdad de un país.
Así amanece hoy Cuba, hecha «mar» de gente en avenidas, poblados y plazas en los que se celebra la fiesta del proletariado, que es también una manera de defender las razones de nuestro pueblo para seguir construyendo el futuro, soberanamente.
En ese paisaje hermoso de multitudes que incluyen, además, a niños, jóvenes, abuelos y familias, es posible advertir la grandeza de una nación que se ha fraguado en el estoicismo y la resistencia heroica de sus hijos frente a las continuas zancadillas imperiales de quienes adversan la existencia de la Revolución Cubana.
Para mantener esas conquistas y respaldar la urgente necesidad de reimpulsar la economía nacional desde la creación colectiva, este 1ro. de Mayo el archipiélago vuelve a iluminarse en cada tribuna repleta de carteles, estandartes y consignas que dicen mucho del empeño y el empuje de los que aman y fundan, de los que no se rinden, a pesar de las adversidades.
Y en cada desfile que embellece el horizonte de una punta a la otra del país, se funden en el amasijo del proletariado cubano amigos de otras latitudes, que unen sus voces a las nuestras, en reclamos justos en contra del bloqueo criminal a la Mayor de las Antillas, y del genocidio sionista que arrasa con miles de vidas en Palestina.
A esas motivaciones que abrazan la solidaridad, en medio de tanto odio enraizado, se suman las esencias de un pueblo trabajador que desfila por convicción y apego a su historia.
Es por ello que –devenida referente para muchos países en el mundo– nuestra celebración por el Día Internacional de los Trabajadores es un reflejo vivo de la Cuba que queremos; unida y multiplicada hoy, en cada plaza.
(Fuente: Granma)