Si una fortaleza ha definido a Cuba en los momentos más difíciles, es la fuerza de la unidad expresada desde el pueblo y sus instituciones para conducirnos a buscar soluciones o aportar la riqueza de saberes necesarias para salir adelante, y entre todos, ser protagonistas de la victoria.
A lo largo de sesenta y cinco años de Revolución, varias han sido las etapas complejas, porque un proceso como el nuestro que va contracorriente de las esencias de los sistemas neoliberales está permanentemente en la mira de quienes nos adversan y desean restablecer en Cuba el mismo estatus quo prevaleciente antes de 1959.
Ahora no es diferente, nos recuerda aquella frase de Fidel cuando afirmó en su discurso en la otrora Ciudad Libertad el 8 de enero hace 65 años, y cito “no nos engañamos creyendo que, en lo adelante todo seráfácil;quizás en lo adelantetodoseamás difícil”.
Con su visión siempre anticipada de los acontecimientos, Fidel nos advirtió desde entonces que la propia esencia de la Revolución conllevaría a un proceso de decantación, contradicciones, reinventarse permanentemente a sí misma, y también de momentos difíciles que debía superar para permanecer y avanzar.
En defensa del proceso revolucionario, en circunstancias duras y un escenario internacional también adverso, una vez más las opiniones y criterios de los militantes del Partido, instituciones de Gobierno y organizaciones del país tendrán protagonismo cuando se inicie a nivel nacional un proceso político para acompañar la implementación de las Proyecciones del Gobierno con el objetivo de corregir distorsiones y reimpulsar la economía, noticia que fuera anunciada durante la más reciente reunión del Consejo de Ministros.
Como dijera el miembro del Buró Político y Secretario de Organización, Roberto Morales Ojeda el rigor y la creatividad, el ir a las esencias que tenemos debe caracterizar estos intercambios y aportes, que como práctica no resulta nueva y contribuirá a reafirmar la importancia estratégica de la unidad, la ejemplaridad y la combatividad en las filas revolucionarias.
Las revoluciones son como agua que corre, nunca permanece en el mismo sitio; necesitan oxigenarse, mirarse en su propio espejo y volver a corregirse sin perder el rumbo de que están hechas, como sucede en Cuba, para alcanzar la mayor justicia social posible, y producir riquezas teniendo al ser humano como el centro para su desarrollo.
No es un simple proceso político al que nos enfrentaremos para opinar o aportar ideas, es también la necesidad de sedimentar en los revolucionarios-patriotas la convicción de salir a combatir haciendo cada cual lo suyo, la parte que nos corresponde, incrementando sensibilidades, pensando, creando, buscando las mejores soluciones- que si bien no serían las óptimas con los recursos que disponemos-, nos sacan de la inercia y convocan a desafíos nuevos con la mayor inteligencia y creatividad posibles.
El nuevo proceso político para acompañar la implementación de las Proyecciones del Gobierno con el objetivo de corregir distorsiones y reimpulsar la economía, debe ratificar la capacidad de Cuba y quienes defendemos este sagrado proyecto social, para irnos por encima a la política de bloqueo, convencidos de que sí podemos porque existen potencialidades palpables y ejemplos a lo largo de toda la nación que así lo demuestran.
La historia de Cuba lo demuestra cuando la Patria cierra filas con el compromiso y el aporte de sus hijos, caminamos hacia la victoria.