Viniendo de la amarga experiencia de las riesgosas y a menudo mortales rutas ilegales por mar y tierra, quién cuestionaría el nuevo programa migratorio, que a simple vista sólo exige patrocinadores y está resultando bastante expedito.
Pero nada es sencillo cuando se trata de las relaciones Cuba-EE.UU. En nuestro podcast hablamos del tema y nos asomamos a lo que, apenas comenzando, se revela ya como otro negocio para lucrar con las ansiedades de la familia cubana.
El espacio compartió sonidos de la más reciente trasmisión del Titán de Cuba, donde el youtuber y sus amigos comentan algunas singularidades del emigrante cubano hacia Estados Unidos, obligado a mentir a las autoridades fronterizas sobre un inexistente «miedo creíble», que ahora parece destinado a disolverse en la nueva figura del patrocinador o sponsor.
Al abordar el famoso «miedo creíble» que estimula la mentira, Reinier Duardo comentó un twit reciente, cuyo autor pregunta: «¿Conoces algún caso, aunque sea uno solo, de algún exiliado político de las dictaduras de América Latina que regresara de vacaciones a su país cuando lo deseaba? A Cuba, más de medio millón de «exiliados» cubanos van de vacaciones todos los años». Hasta ahí el texto, pero el twit incluye además imágenes de lo que fue una real dictadura antes de 1959, con medios de tortura brutales que sólo se conocieron cuando fueron publicados los testimonios de las víctimas, en la revista Bohemia y otros medios al triunfo de la Revolución.
Ampliando sobre el tema de los patrocinadores, Bárbara Betancourt llamó la atención sobre una de las preguntas más recurrentes en las consultas de los interesados en emigrar por el nuevo sistema: «¿Y pierdo el derecho a volver a Cuba si me acojo al patrocinio?», preguntan.
La respuesta inmediata: «No, no, no pierdes el derecho porque la Ley de Ajuste sigue vigente y al año y un día puedes pedir residencia y viajar a Cuba».
En cuanto al negocio que se ha armado en Miami con la nueva modalidad, era previsible. La administración norteamericana encontró una vía para blanquear la migración. El patrocinador, obligado a responder dos años por esa persona que patrocina, está claro que sólo dará beneficio a gente que tenga condiciones para devolverle el gesto (y el costo). Mientras, los llenadores de formularios y sobre todo algunos bufetes, están haciendo su agosto con la zanahoria que ahora alterna con el garrote, para atraer a personas que a los Estados Unidos le conviene recibir. Los de menos recursos y escasa capacitación, difícilmente encuentren patrocinio.
Coincidimos en que hay que seguir atentamente la evolución de este nuevo canto de sirena, pero por lo que hemos visto y oído, se está estimulando ahora el negocio, tal como antes se estimuló la mentira, siempre usando a la migración cubana como rehén de las políticas contra Cuba. Esta vez no descartamos el intento de desangrar el país de capital humano y financiero.
Esto se puede convertir en un boomerang, porque por donde se le mire, es una medida incoherente con la política migratoria en general y particularmente con la orientada históricamente hacia Cuba.
Dos años a trabajar, mano de obra barata aunque profesionalmente muy preparada. Y si a los dos años no eres lo que yo esperaba, pa’ fuera, pa’ la calle.
Quizás es demasiado temprano para juzgar, pero sigue en pie la advertencia del Che en cuanto al poderoso vecino: en ellos no se puede confiar, pero ni tantico así. Seguiremos Chapeando.
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