La frescura de los vegetales en la boca es una sensación que deleita. Con una alta presencia en mercados agropecuarios y carretillas forman un arcoíris de colores que a todos agrada.
La zanahoria, el tomate, la lechuga, la berenjena y el pepino,entre otros, aportan minerales, vitaminas y fibra, limpian el organismo y contribuyen a tener una buena digestión además de fortalecer la flora bacteriana y mejorar la circulación.
Por la diversidad de colores y sabores que muestran son bienvenidos en los hogares por adultos y niños a quienes se les muestran como nuevos alimentos que incluir en la dieta diaria.
Además, contienen antioxidantes que protegen frente a ciertas enfermedades, carecen de grasas, que se traduce en menos colesterol y triglicéridos en la sangre o lo que es igual más salud cardiovascular. Ayudan a los pequeños de la casa en el crecimiento y desarrollo de su organismo.
Las verduras están disponibles en cualquier época del año. Cambian con la temporada, por lo que no es aburrido consumirlas todos los días.
En determinadas épocas del año las personas tienen a la mano un gran número de vegetales que proporcionan beneficios a la salud si sabemos conservarlos de la mejor forma.
Algunas como la lechuga, la col, la espinaca, la berenjena, la acelga y nabos, rábanos, brócoli, judías verdes o pepinos, son las que más toleran el frío del refrigerador.
Se deben de guardar donde la temperatura es más elevada porque si son muy bajas pueden llegar a estropearse. Se recomienda , además, consumirlos en pocos días porque los largos períodos de almacenamiento en frío dan lugar a pérdidas de sabor y aroma.
Sin embargo, las hortalizas que no toleran bien el frío y, por tanto, no deberán guardarse en la nevera son los tomates, la albahaca, los ajos y las cebollas, el aguacate o los espárragos.
No es aconsejable congelar verduras como la lechuga, los berros, el tomate, el pepino o la cebolla, ya que las temperaturas de congelación hacen que se agrieten y pierdan su textura.
Aunque la seguridad de estos alimentos no se ve perjudicada con el frío, sí puede variar la calidad. Se conservarán mejor a temperatura ambiente para evitar que se deterioren.
Es conveniente saber que existen más de 100 variedades distintas de lechuga.
En todas ellas, hay dos aspectos fundamentales para su adecuada conservación: la humedad y el aire. La lechuga necesita una adecuada cantidad de flujo de aire y un poco de humedad para mantenerse fresca.
Una forma de conservar la lechuga, que podría aplicarse también a otras hortalizas de hoja verde como las acelgas, es guardarla directamente en la nevera. Para limpiarla, se pondrá bajo el chorro de agua. Es recomendable no dejar las hojas en remojo, sino lavarlas y secarlas.
Las acelgas son especialmente sensibles al gas etileno, por tanto, se manipularán con delicadeza y la refrigeraremos hasta su consumo, pero aislada del resto de frutas y verduras.
Los aguacates maduran más rápido en una bolsa de papel, a temperatura ambiente; las berenjenas no toleran bien la humedad en sus hojas, por tanto, no se lavarán para conservar. Es preferible dejarlas en la nevera y lavarlas justo antes de consumir.
En ocasiones sobrestimamos la rapidez con la que podemos consumir lo que compramos. Si esto ocurre, y tenemos un exceso de verduras que no consumiremos inmediatamente, debemos tener en cuenta que algunas se podrán congelar: pimientos, judías verdes, brócoli, coles de Bruselas, apio, berenjenas y guisantes.
Al verlos con frecuencia no valoramos en toda su magnitud la importancia de los vegetales. Sin embargo constituye un plato esencial para mantener una excelente salud.