En Venezuela se recordó uno de los hechos más trascendentes de la historia americana y del resto del mundo. Hace 200 años, se desarrolló la Batalla de Ayacucho en la Pampa de Quinua, a más de 3 mil 400 metros sobre el nivel del mar, y a 37 kilómetros de la ciudad de Ayacucho, en Perú.
El genio militar del Libertador Simón Bolívar y del General Antonio José de Sucre se puso a prueba en una campaña difícil, pero enaltecedora y gloriosa.
Ayacucho representó el enfrentamiento más grande e importante de las campañas militares finales de las guerras emancipadoras hispanoamericanas. En ella se consolidó la independencia de la República del Perú y de los nuevos estados americanos y marcó el final de las guerras en América del Sur contra el colonialismo español, una victoria inscrita en las páginas de oro de esta América Nuestra.
Al rememorar la fecha ha expresado el Presidente Nicolás Maduro “la historia de Venezuela ha tenido un gran impacto, de esa historia venimos, de esa historia de lucha, y de ese legado nosotros nos alimentamos”.
“Con la victoria de los patriotas desapareció el contingente militar realista más importante que seguía entonces en pie”, remarcó.
Además del talento de Bolívar y el de Sucre, el Ejército Unido independentista se nutrió de buena parte de la experiencia militar del siglo, con tropas europeas, y de otras naciones, y hombres de todas partes, Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Puerto Rico, Cuba, en un abanico de unidad. Así lo considera Alejandro López, Viceministro de Educación y Presidente del Centro de Estudios Simón Bolívar, quien recuerda que dos días antes de este acontecimiento histórico el Libertador convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá.
“Esa concreción que logró Bolívar de la Gran República de Colombia que unió Panamá, Ecuador, Venezuela, la Colombia actual, esa gran república que más que un sueño fue una gran potencia militar de su época, pues logró la liberación de Venezuela, Nueva Granada, Ecuador, Perú, fue esa gran república del Atlántico al Pacífico con todos los recursos naturales y gente dispuesta a construir un futuro”, señaló.
Y más adelante enfatizó: “así que hoy con Bolívar, también celebramos a Sucre, que en pocos años se creció como ningún líder de las fuerzas continentales y muy joven se involucró en la lucha, llegó a tener una experiencia enorme de subteniente de milicias en 1810 a Gran Mariscal de Ayacucho en 1825, así que hoy celebramos a Sucre y el poder revolucionario de la juventud”.
El investigador subrayó que “Las fuerzas patriotas llegan a Ayacucho con un ejército nunca visto mulatos, pardos, criollos, gente diversa luchando por un objetivo común, la libertad”.
A propósito, Maduro consideró que “Bolívar tuvo la capacidad de construir ejércitos populares y revolucionarios de Nuestra América, articular mandos, preparar soldados, conseguir espadas, sables, lanzas, todo se resume en Ayacucho, llegan de Nicaragua, Honduras, Cuba, Puerto Rico, de todas partes del mundo”, recalcó.
El batallón Rifles del Ejército de Colombia estaba compuesto de tropas europeas, y en su mayoría eran voluntarios británicos. También se encontraban entre sus filas veteranos de la Independencia española, norteamericana, y de las Guerras de Independencia Hispanoamericana hasta otros ejemplos como el mayor de origen alemán Carlos Sowersby, veterano de la batalla de Borodinó contra Napoleón Bonaparte en Rusia.
Los realistas habían consumido sus recursos en una guerra de movimientos sin haber logrado cortar las líneas del ejército libertador. Por la extrema dureza de las condiciones de la campaña en la cordillera andina, (hambre, frío, deserción, enfermedades), ambos ejércitos quedaron con el número de sus tropas seriamente reducido.
Los realistas estaban ubicados en las alturas del cerro Condorcunca (en quechua: cuello de cóndor), una buena posición defensiva pero que no podían sostener, entonces se vieron impulsados a tomar una decisión desesperada, debían descender a pesar de los peligros y la visibilidad de esta maniobra: la batalla de Ayacucho daba comienzo.
Antes del inicio de la contienda, el General Sucre arengó a sus tropas: «¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!.»
Para el investigador cubano Enrique Ubieta, las huellas de Bolívar son indelebles: “es un símbolo, esperanza estandarte, representa la unidad de América Latina junto con Martí y otros grandes hombres de Nuestra América, tenemos que defender la unidad de los pueblos, es lo único que nos va a garantizar la victoria”.
Páginas memorables que indican el camino, como afirma el General Vladimir Padrino López, Vicepresidente Sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz y Ministro del Poder Popular para la Defensa en Venezuela.
“Se nos alimenta el espíritu de lucha, de conciencia patria, de ver al futuro y no amilanarnos ante las dificultades, cuantas dificultades enfrentó el Libertador para llegar donde llegó, a la cúspide de la gloria, y cuantas dificultades también venció Antonio José de Sucre, siempre digo que tenemos que ser herederos de las glorias y construir nuestras propias glorias, doscientos años después el imperialismo continúa en su acechanza de perturbar, fragmentar, destruir, dividir”, dijo el jefe militar.
De ahí que los historiadores Omar Hurtado, Presidente del Centro Nacional de Estudios Históricos, y Lionel Muñoz Paz, Director del Instituto de Estudios Hispanoamericanos de la Universidad Central de Venezuela y Coordinador Nacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (Adihlac)-Capítulo Venezuela, también remarquen la trascendencia del hecho histórico.
“Para nosotros la Batalla de Ayacucho es el resultado de una estrategia desarrollada por el Libertador, ejecutada por Antonio José de Sucre magistralmente, el resultado de una lucha que no ha cesado; desde hace 200 años nuestros pueblos luchan contra el imperialismo y hemos demostrado que los pueblos dispuestos a ser libres derrotan grandes imperios”, subrayó Hurtado.
Por su parte, Lionel expuso: “Hace exactamente dos siglos nuestro Libertador formulaba la convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá, dos días después en las sabanas de Ayacucho, tres siglos de dominación colonial española llegaron a su punto final de las manos de las tropas comandadas por el cumanés Antonio José de Sucre, son sucesos indispensables para reconstruir la historia de la América independiente, se trata de fechas redondas esenciales para nuestra historia y propicias para la renovación de los estudios en torno a la repercusión de aquellos sucesos, hoy renovamos las palabras del Libertador, la Patria es América”.
Con el grueso del ejército real destruido, el 9 de diciembre de 1824 se rendían con sus tropas, los tenientes generales, Virrey José de la Serna y José de Canterac junto a otros jefes realistas que optaron por la capitulación tras la batalla.
Luego del triunfo, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, el General Sucre entró en territorio del Alto Perú el 25 de febrero de 1825. Su campaña militar sirvió para dar visos de legalidad a un proceso de independencia, además mantuvo el orden civil en el país y restableció la administración del gobierno en La Paz.
Mediante un decreto la Asamblea determinó que el nuevo estado nacido en el Alto Perú llevaría el nombre de «República Bolívar», en homenaje al Libertador, designado «Padre de la República». El Congreso de Colombia hizo entonces a Sucre General en Jefe, y el Congreso del Perú le dio el grado de Gran Mariscal de Ayacucho.
Sobre este legado apuntó recientemente Nicolás Maduro: “El proyecto original de esta tierra fue parido hace 200 años, con sangre en los campos de batalla y lo parió Bolívar, Sucre, Urdaneta, Manuela Sáenz, y tantos otros, la gran batalla de Ayacucho es una historia gloriosa, yo le pido a ustedes patriotas, jefes militares, maestras, maestros, voceras y voceras de consejos comunales, que nos sintamos orgullosos de esta historia y no nos cansemos en divulgarla, estamos en el ciclo Bicentenario, decía Hugo Chávez Frías, es el ciclo bicentenario que empezó en 1983, cuando Venezuela se debatía en el modelo neoliberal, entonces llegó la victoria de la fuerza revolucionaria”.
Y convocó finalmente a “convertir esta historia en fuerza viva y enviar un mensaje al mundo de que nuestros libertadores no araron en el mar, aquí estamos nosotros”, enfatizó el mandatario.
El Alto Perú fue en el continente de América, el sitio donde se vertió la primera sangre de los libres y la tierra donde existe la tumba del último de los tiranos.
Bolívar, quien redactó y publicó en 1825 su resumen sucinto de la vida del General Sucre, no escatimó elogios ante la hazaña culminante de su fiel lugarteniente:
«La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del General Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza».
Y en una carta a Sucre fechada el 26 de abril de 1825 el Libertador le ratificó «Usted está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que Usted es el rival de mi Gloria”,
Como diría el Gran Mariscal dos días después de este combate decisivo: “La campaña del Perú está terminada: su independencia y la paz de América se han firmado en este campo de batalla”.
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