droga en el suelo

Bajo las sombras del peligro

La suciedad de la orilla de la playa el Holandés, en la península de Guanahacabibes, extremo más occidental de Cuba, requirió de un esfuerzo mayor por parte del joven Carlos Ariel Abreu Cordero, quien el pasado curso escolar, cursaba el último año de Licenciatura en Pedagogía Psicología, en la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saiz Montes de Oca.

Recoger los plásticos devueltos por el mar, apartar el sargazo y eliminar los residuos del litoral, era vital en aras de garantizar que el equipo de estudiantes universitarios monitoreara el desove de las tortugas marinas, una acción medioambiental que cada año reúne a jóvenes de varias especialidades de la educación superior.

Sin embargo, la normalidad matutina quedó atrás, con el hallazgo de aquel paquete encontrado entre la maleza.

“La noche anterior ocurrió una fuerte tormenta con fuerte oleaje y marejadas por eso la necesidad de limpiar la playa. Comencé mi recorrido con un profesor y fui poniendo dentro de un saco todo el desecho. Como la suciedad era mucha nos dividimos y cada uno tomó por su lado. Es entonces que veo un paquete, o algo plástico envuelto en precinta que llama mi atención. Lo saco de entre la maleza y los residuos, entonces me doy cuenta de que es droga.

Lo cogí, lo solté, puse un palo para marcar el sitio, e inmediatamente me lavo las manos con agua de mar y comienzo a llamar al profesor. Sucedió algo muy curioso, yo le gritaba, pero había mucho aire y estaba de frente. La voz no salía y él no me oía, yo gritaba y nada. Entonces me pongo a hacerle señas de que había encontrado algo. Él, se puso las manos en la cabeza y salió corriendo para donde yo estaba.


Tomamos fotos para tener la evidencia de dónde lo habíamos encontrado. Continuamos revisando para ver si había más. Machete en manos, nos quedamos custodiando el paquete, no fuera a ser que hubiese alguien esperándolo. A partir de ahí, avisamos a la dirección del parque Guanahacabibes, su director, Lázaro Márquez, llamó al Puesto de Guardafronteras. Ellos llegaron rápidamente, lo recogieron, nos explicaron la importancia del hallazgo. Eran 100 kilogramos de cocaína pura, es decir que, si alguien lo encontraba y lo ponía en la calle, hubiese podido matado a cualquiera al instante porque estaba sin preparar, explicó”.

Carlos Ariel y su equipo, no titubearon. Sabían que la droga encontrada era más veneno para la sociedad y eso no lo permitirían bajo ningún concepto.

Ellos, jóvenes cubanos de estos tiempos conocen las consecuencias de la ingestión de sustancias que ponen en peligro la vida y la salud mental de quienes consumen y el impacto social que esto trae consigo.

Las indagaciones sobre el asunto mostraron que el paquete de drogas estaba valorado en más de un millón de dólares. Para algunos, quizás, muchísimo dinero, necesario en el empeño de resolver problemas acuciantes de la Cuba de hoy, con tantas limitaciones económicas, pero él lo tenía claro.

“Primero pensé en mi familia, mi casa, mi equipo. Además, soy un joven de estos tiempos, formado bajo principios éticos. Son vidas que tenemos que salvar, y no queremos que en nuestro país eso ocurra. Me hubiese dolido quedar inactivo en ese sentido. La cifra era una tentación, pero la libertad, la tranquilidad con uno mismo no se puede perder, no va en juego con nada”, puntualizó.

Carlos Ariel Abreu Cordero es hoy profesor universitario, tiene 25 años y en sus clases dota a sus alumnos de herramientas para ser parte de la regla y no de la excepción.

Escuche y descargue la propuesta radial.

Autor