Casita Infantil Habana Vieja

Amor y aprendizaje en una casita especial

Aunque es bien pequeño, Lucas me ha explicado cada instrumento musical y es allí donde siempre se le encuentra: al lado de ellos. Pudiera ser una de sus grandes pasiones; pero lo que sí es cierto es que Lucas desborda alegría cuando cada mañana llega a la casita infantil Vilma Niña, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

Esta institución educativa nació en julio del 2010 destinada para los hijos de trabajadores de la Oficina; sin embargo, hoy acogemos aquí a pequeños de familias identificadas como casos sociales, también de médicos, ingenieros, maestros…, quienes llegan a nosotros. Siempre que esté la capacidad se acepta el niño, explicó Marielis Gómez Martín, coordinadora de la casita infantil.

Al indagar con ella sobre el funcionamiento de esta casita agrega que los 19 niños que, actualmente favorece el centro, desarrollan todas las actividades que se realizan en un círculo infantil, pues están insertados al Sistema Nacional de Educación de la primera infancia. “Por ejemplo, se hacen juegos de roles, tenemos encuentros intergeneracionales, vamos a museos de la Oficina del Historiador”.

Niña Vilma es parte de las más de 170 casitas infantiles que existen en el país, las cuales prestan servicios a los niños de las madres, padres o tutores, en entidades que, a partir de sus condiciones económicas y materiales, puedan destinar fondos para su apertura, mantenimiento y garantizar su sostenibilidad tal como establece la Resolución 58/2021 del Ministerio de Educación.

La colaboración de la oficina del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en Cuba ha sido muy importante para el desarrollo de esta alternativa de atención educativa, donde hay espacio para la recreación y socialización, donde los niños adquieren habilidades que necesitan luego para continuar su aprendizaje a lo largo de la vida.

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Por eso, es que se escucha a menudo la voz de la educadora Yaime cantando frente a los niños. Ella lleva poco tiempo en la casita infantil; no obstante, ha encontrado en los pequeños una motivación para amar aún más su profesión.

Desde que llego es organizando todo para los niños se sientan felices, buscando sus juguetes, preparando las clases. Se trata de conseguir que los niños sean lo más independiente posible. Es muy reconfortante ver que los pequeños te reciben con un beso y un abrazo. Trabajar aquí es muy especial.

Por su parte, María Julia, otra de las educadoras, a quien no pudimos sorprender cantando, nos contó que lleva seis años en esta institución.

Aquí los niños son felices, tratamos que el trabajo salga bien, sobre todo, con mucho amor, con respeto hacia ellos y hacia los padres. Los niños para mi es lo más importante en el mundo, siempre voy a luchar por la felicidad de ellos.

Casi al final de nuestra visita, Marielis destacó la importancia de las casitas infantiles ante las necesidades de las familias y el déficit de capacidades para sus hijos en los círculos, pues esta es una alternativa viable para poder marchar al trabajo sin preocupaciones.

Aquí todos trabajamos por igual, no hay diferencias, somos una gran familia.

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