Alejandro, conquistando el amor de Delta Amacuro

Un nombre no hace al líder, sino su voluntad. Tal vez por eso, Alejandro, el joven doctor Gimeno Andrial, no confíe solo en su linaje de conquistador, sino en su capacidad y afán de guiar, con mano noble, a los colaboradores cubanos del Centro de Diagnóstico Integral “Raúl Maza Mérida”.

En esa importante institución de la Misión Médica Cubana en el estado venezolano de Delta Amacuro, Alejandro se multiplica.

“Aquí inicié como médico diplomado en Ultrasonido, en el municipio Casacoima, alejado a 4 horas de Tucupita, la capital del estado. Allá fungí también como vice coordinador docente asistencial del CDI. Tiempo después, por necesidad de servicio, me trasladé hasta mi actual centro, donde fui primero ecografista y luego, se me confió la tarea de dirigir este CDI, que es un gigante, como un policlínico gigante.”

El joven galeno cumple ahora su segunda misión internacionalista en Venezuela.

“Estuve aquí entre 2015 y 2018, como médico diplomado en ultrasonido diagnóstico, en el estado Miranda. Retorné a Cuba, a iniciar y terminar mi especialidad como Médico General Integral. Allá dirigí un policlínico en tiempos de rebrote de Covid-19. Y regresé a Venezuela, porque siento que tengo una deuda humana con el pueblo venezolano.”

En el Delta Amacuro, donde el río Orinoco teje su desembocadura, el doctor Gimeno Andrial lidera y sirve. Que el CDI marche bien es prioridad, pero en la consulta, frente al monitor de su máquina de ultrasonido, está el refugio de Alejandro. Allí encontró las historias que le han hecho mejor.

“Era una embarazada de 23 semanas de gestación. Ella había quedado encinta, a pesar de tener un Dispositivo Intrauterino. Ese DIU le perforó las membranas y, aunque ya se podía ver el sexo del feto y se mantenía bien, no contaba con líquido amniótico. La remitimos a hospitales venezolanos y allí le indicaron esperar a que la niña falleciera para, entonces, atenderse. Eso es inconcebible para mí. La atendimos y el feto resistió: ella recuperó el líquido amniótico y la niña nació. Tuve la dicha de conocerla.”

Según Alejandro, Venezuela le ha hecho crecer. “He aprendido mucho. Venezuela me hizo más humano y me abrió las puertas a la medicina, porque llegué apenas recién graduado. Me ha hecho ver las cosas de otra manera. Estoy orgulloso de lo que estoy haciendo y de los resultados que hemos ido logrando, no sin dificultades, con período complejos, con tragos amargos, pero siempre hemos salido adelante.”

Frente al monitor, o en cualquier sitio del CDI “Raúl Maza Mérida”, del estado venezolano de Delta Amacuro, un joven cubano se multiplica. Su voluntad y entrega, y no un nombre, hacen al doctor Alejandro Gimeno Andrial un líder, un conquistador del cariño de sus pacientes y compañeros.

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