Por: Raúl García Alvarez
Sancti Spíritus- Los habitantes de la cuarta villa de Cuba, se enorgullecen hoy de sus tradiciones y del pueblo que la forja cuando avanzan las mejoras con respeto a lo emblemático para celebrar el aniversario 510 de su fundación en junio del próximo año.
Por tradición los espirituanos comienzan sus tareas con los toques de campanas de la Parroquial Mayor, uno de los templos más antiguos del país, cuando llama a sus feligreses para la ceremonia del amanecer.
La otrora villa del Espíritu Santo, única en Cuba con un nombre en latín y la fusión de culturas como la hispana y la africana hacen de esta añeja ciudad, tesoro incalculable en la arquitectura, la música, la literatura, la plástica y la danza.
Su centro urbano, Monumento Nacional, conservar a la Casa de Cultura, la misma que tuvo como inquilino a Federico Capdevila, defensor de los ocho estudiantes de Medicina fusilados en 1871 por el colonialismo español.
También el Museo de Historia Natural y la Biblioteca Provincial Rubén Martínez, antigua Sociedad El Progreso, acompañados por el Parque Serafín Sánchez, donde estuvieron los templos católicos más relevantes del siglo XVI la Ermita de la Veracruz y el Convento de San Francisco.
Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros de la capital del país, conserva en su centro histórico inmuebles de alto valor patrimonial, algunos la identifican no solo en Cuba sino en otras partes del mundo.
Uno de los disfrutes tradicionales es caminar por el puente Yayabo, construido en 1831, desde donde se otea eje patrimonial y su grandeza arquitectónica que conforman el entramado colonial a orilla del caudaloso.
El puente atesora una belleza inigualable, impresionan sus cinco arcos, según afirmó a Prensa Latina el ingeniero Roberto Villoch, director de la Oficina del Conservador, es una joya arquitectónica de la época y de los pocos en el mundo construido con ladrillo y arena con aglutinantes.
Hasta nuestros días llega la leyenda que en su ejecución se utilizó la mezcla de leche de vaca, de chiva o de burra, técnica sin confirmar hasta nuestros días.
Su valor patrimonial fue reconocido oficialmente el 28 de febrero de 1935, cuando se le declaró Monumento Público, y el 21 de febrero de 1995 adquirió la categoría de Monumento Nacional de Cuba.
Las tradiciones culturales siguen marcando la pauta en cada aniversario de la ciudad, la música, la literatura, la plástica y la danza.
Las calles empedradas que nacen en la pequeña cumbre donde esta asentada la Iglesia del Espíritu Santo y llegan hasta el Yayabo esta llenas de historias, leyendas y tradiciones, en ellas se escucha el susurro de cuerdas y voces de un trío en serenata a una enamorada o a un entrañable amigo.
La música es un emblema, su toque maravilloso es a la vez coherencia, atesorar el punto, la tonada, trova, son. Del pentagrama local han trascendido en el mundo obras como: Pensamiento, Mujer Perjura, Herminia, Nenúfar y Canto a Cabaiguan.
Creaciones de destacados bardos como Rafael Gómez Teofilito, Companioni, Manolo Gallo, Sigifredo Mora, Arturo Alonso, Catalina Berroa, Rafael Saroza y Rafael Rodríguez, entre otros.
Aquí se habla en versos y tonadas de la vida cotidiana de sus pobladores. Los coros de clave, surgidos desde hace más de un siglo, los cabildos, toques y bailes, la Feria Agropecuaria e Industrial, exposiciones, competencia de monta de toros, rodeos son parte de las tradiciones campesinas.
El Santiago Espirituano, es una distintiva actividad que navega por el rescate, tiene su origen en celebraciones religiosas en 1655.
La villa es un encanto armonioso de leyendas y tradiciones donde el Guije del Yayabo sigue haciendo travesuras, mientras se trabaja por ingresar entre las localidades cubanas Patrimonio Cultural de la Humanidad.
(Fuente: Prensa Latina)