A Berenice Sueiro Sueiro el amor y los retos la han marcado a partes iguales. Desde su Baire natal, hasta los valles y montañas venezolanas que hoy la acogen, como colaboradora de la Misión Cultura Corazón Adentro, cada caricia y obstáculo construyeron a la mujer que es: una cubana que no escatima en arte o en esfuerzos, para que otros sonrían.
“He cumplido 2 misiones en Venezuela. La primera, entre 2011 y 2013, la hice como asesora de la Misión Cultura Corazón Adentro en la parroquia Valle-Coche, de Caracas. En la segunda, desde el 2018 hasta ahora, he trabajado como en el estado Miranda, también como asesora metodológica de los instructores venezolanos.”
Como en toda cubana, la alegría y la ternura rebozan en la instructora de teatro, locutora y bailarina que es Berenice Sueiro. Como toda mujer, parece reírse de los retos y crecer, aun a miles de kilómetros de casa y a pesar de los 3 años y 20 días que la COVID le impidió abrazar a los suyos.
“Retos hay muchos, pero el principal es la distancia con la familia y ese miedo que siempre tienes de que pase algo malo, aunque mantenemos la mente positiva. El otro gran reto vencido fue la COVID, que sembró la incertidumbre e interrumpió el trabajo cultural. Fue difícil, pero lo sobrepasamos.”
Para Berenice, el mayor orgullo radica en ser mujer y en ser cubana. “Yo digo que como la mujer cubana hay pocas. Todas las mujeres del mundo son valientes, pero a la mujer cubana no hay reto que se le resista.”
Y así como una persistente gota de agua hace castillos al interior de una cueva, amor y retos han moldeado a Berenice Sueiro Sueiro, a la instructora de arte, a la santiaguera, a la asesora de la Misión Cultura Corazón Adentro en el estado venezolano de Miranda: a la mujer que no escatima en arte o en esfuerzos, para que otros sonrían.
“Yo creía que no era una mujer fuerte, pero si repaso mi historia: becada desde muy pequeña, mi vida laboral, lo que ha hecho en Venezuela, veo que sí, que soy una mujer dulce, amorosa, amante de los detalles y, a la vez, una mujer fuerte. Si hay que “ponerse los pantalones”, nos los ponemos; si hay que hacer algo, ahí estoy yo.”