El cine ha entregado al mundo hermanos que han decidido unir sus vidas también en el Séptimo Arte.
En casa tenemos a los hermanos Padrón, Juan y Ernesto, con resultados tan destacados como Elpidio Valdés y Meñique, que han llenado de alegría a niños y mayores cubanos y de otras latitudes, entregando diversos lauros a su palmarés.
Les siguen los veteranos hermanos Taviani (Paolo y Vitorio), que ya octogenarios nos legaron una joya titulada César debe morir, rodada con reclusos dentro de una prisión de alta seguridad en Italia. Otros de sus logros se nombran Allosanfan y Padre Padrone.
Ahora vamos por los hermanos Ethan y Joel Coen, cuyo desbordado talento ha sido demostrado en más de una ocasión. Solo citaré el largometraje Fargo, merecedor de un Oscar en 1996, y el listado de galardones se ha hecho interminable después.
Toca el turno a los hermanos Wachowski (Lana y Lily), actualmente mujeres transgénero, estrenando Matrix, con acción trepidante, más frases y gestos que han quedado como referencia para otras entregas tanto de cine fantástico como comedias. Después se decantaron con cintas como El destino Júpiter.
De Bélgica son los hermanos Pierre y Luc Dardenne, con un cine intimista y al parecer sencillo, que presenta la vida tal y como se muestra, sin artificios innecesarios, con ejemplos que se nombran El niño y Rosettra, ganadores de innumerables lauros, señalando un hondo humanismo.