Manzanillo.- Cuando entre lágrimas de emoción, abrazos y flores de afectos, sus colegas del Hospital Pediátrico Provincial Docente Hermanos Cordové, de esta ciudad, de la oriental provincia de Granma, la despedían, a la mente de María de los Ángeles Sotto Vargas acudieron en ráfagas sensibles los recuerdos de Miguel Ángel y Rosa, los padres, quienes le pidieron siempre hacer bien, cultivar el amor y la amistad.
Esta carismática mujer cumplió con creces la palabra empeñada a los progenitores, porque se entregó al dolor ajeno, a curar las heridas del alma y del cuerpo con tanta consagración y esmero que, hoy, al cerrar su expediente laboral con 38 años de experiencia, es considerada una de las mejores profesionales en el hospital infantil de la ciudad del Golfo de Guacanayabo.
“La rehabilitación, recuperación y ver los pacientes enfermos y poder ayudarlos y que se reincorporen a la sociedad, seguir viviendo es algo hermoso. La enfermera viene siendo como los “padres” de los pacientes, hacemos toda la dedicación para ellos, el humanismo y la sensibilidad, el amor, la responsabilidad y el deseo de que ellos sanen”, asegura María.
– ¿Qué retos implicó para usted trabajar en una institución como esta?
– Es algo tan grande trabajar con los infantes, brindarles tanto amor, el cariño que se merecen porque no sienten o expresan poco el dolor y yo fui dedicada a eso, a recuperarlos con mucho amor y cariño que me gratifica mucho. La medicina cura, pero los sentimientos son muy importantes…
Curan también el amor y los sentimientos que uno lleve dentro, con los que trabaje y brinde a los demás. Ver partir a un niño en brazos de sus padres era un instante de regocijo, de contentura. Yo soy muy carismática y llegaba a la sala siempre con una sonrisa y “contagiaba” a los bebés, los más grandecitos y sus padres, a mis compañeros de labor. Ayudaba en todo momento y era feliz, algo grande.
Hoy por hoy, ser enfermera es un sacrificio muy grande, y a la vez gustarte lo que estás haciendo porque es una responsabilidad y sensibilidad mayor.
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Hace unas horas, el equipo de enfermería del hospital infantil manzanillero, liderado por la licenciada Katia Ávalo Sánchez, reverenciaron la admiración y el respeto a su maestra y colega, que se acoge a la jubilación.
“Esto fue una sorpresa que nunca imaginé. No me creo merecedora de esto porque sencillamente, hice lo que me correspondió. Mucha emoción y creo que cumplí con mis padres, orgullosos de mi de haberme convertido en una enfermera. Pa´lante y seguiremos trabajando”, afirma.
En esos instantes hubo lágrimas, abrazos y sonrisas; flores y obsequios porque, si algo deja la enfermera María de los Ángeles Sotto Vargas en esa institución son los fuertes e indestructibles lazos de la consagración al trabajo, de la amistad, el amor y la vida.
Escuche y descargue la propuesta radial para conocer más a María: