Llegar a la Casa Natal del Libertador Simón Bolívar, hoy convertida en Museo, es viajar a la historia, y sentir en la propia piel las emociones por adentrarse a la vida, no sólo del Padre de la Patria venezolana, sino de uno de los hombres más grandes de esta América Nuestra.
Enaltece recorrer el lugar donde abrió sus ojos al mundo el niño que fuera bautizado como Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, el 24 de julio de 1783.
El inmueble está ubicado entre las esquinas de San Jacinto a Traposos en el mismo casco histórico de Caracas, una ciudad cosmopolita que siempre recibe con amor a quien llega hasta estos parajes.

Jesús Francisco León, investigador de los Museos Bolivarianos y de la Casa Natal del Libertador, recibe al equipo de la prensa cubana, y nos explica que “en este sitio sagrado nació el Padre de la Patria venezolana y de Nuestra América, el niño que fuera bautizado como Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Blanco un 24 de julio, unos dicen que fue en la madrugada, probablemente fue el 25 de julio, pero en el documento que atesora la fe de bautismo dice que fue el 24 de julio”.
La casa está justamente en la Parroquia Catedral, antes Plaza de San Jacinto, pues ahí estaba ubicado el convento de San Jacinto, destruido en el terremoto de 1812 que sacudió la capital venezolana. Se presume que por los grandes impactos del fenómeno natural, la vivienda de la familia Bolívar fue entonces reconstruida.

“Hay muchos relatos, una de sus ayas, Matea, contaba que este lugar tenía dos pisos, pero como los caraqueños vivimos en zona sísmica, se hicieron políticas para que los habitantes redujeran sus casas a una sola planta, probablemente esta casa tenía dos plantas y en el terremoto de 1812, cuando Caracas queda destruida, este hogar fue reconstruido con una sola planta”.
La vivienda está enclavada en el corazón de la capital venezolana, zona muy turística, donde se vive la cultura caraqueña, hay artistas, se escuchan cánticos, desfiles, procesiones, personas que vienen desde cualquier parte del mundo a este casco histórico que conserva tantas tradiciones, y la propia idiosincrasia de los caraqueños.
El entonces Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco compró la casa y en el año 1916 inicia un programa de reconstrucción, que concluye en 1921, cuando el inmueble abre sus puertas al público.
Todo ello fue posible gracias a la labor del prominente artista de la plástica, Británico Antonio Salas Díaz (Tito Salas) y el ingeniero Vicente Lecuna Salboch, educador, político, diputado e historiador venezolano, así, lo que fuera una morada familiar logró transformarse como espacio de encuentro para las generaciones actuales y futuras.
“Aquí se pueden apreciar muchas de las obras de Tito Salas, una de las principales figuras de la pintura venezolana, mostramos no solo obras que representan la figura, iconografía e historia del Libertador, sino también de la historia de Venezuela y de la época colonial, las bellas artes del período, pertenencias de la época, camas, mesas, muestras de su arquitectura, es un pequeño rincón de la época colonial donde nació el Libertador Simón Bolívar”, explica el especialista.

Además de las pinturas de Tito Salas, la Casa Natal de Simón Bolívar, declarada Monumento Nacional, conserva piezas originales de la familia y algunas prendas de Bolívar. También están su fe de bautismo y la pila bautismal donde fue bautizado el niño Simón, el patio de granado, con la frescura que brinda ese árbol, también un cedro de más de 200 años, habitaciones espaciosas, en fin, un acercamiento a la época de la colonia.
En su diálogo con la prensa, el experto especifica que “de acuerdo con los relatos, Antonio Guzmán Blanco en 1872 hizo una procesión con la pila bautismal que se trasladó a la casa natal, otro elemento significativo es el patio de granado, había una pequeña fuente donde el niño Simón jugaba con sus juguetes, sus soldaditos de plomo, su barquito, tocaba tambor, así que es un espacio icónico para la infancia de Bolívar, una vez que muere su madre, cuando tenía 9 años, él abandona esta casa y según los documentos, en 1827 es la última vez que visita este lugar”.

El visitante viaja entonces, más de un siglo atrás, porque es, en criterio del experto “un sentimiento de pasión, de alegría, de querer saber cuál era la época que vivió el Libertador, es como trasladarse a ese tiempo, aunque el inmueble se reconstruyó por Tito Salas y Lecuna, cuenta con cosas originales de la época, tenemos un pequeño piso del zaguán, piso de la caballeriza, piezas originales de la cocina, tuberías de arcilla vidriada como objeto coleccionable, que se rescataron cuando se hicieron las excavaciones, es decir, cuando las personas vienen, se encuentran con un espacio muy acorde a la sociedad colonial que vivió el Libertador”.
Ahí está la imagen del pequeño Simón, cuando vivió en este hogar, hasta que cumplió los nueve años, cuando falleció su madre y la familia se trasladó de la casa. Ahí está su energía, su legado, la semilla del Libertador, esa que germinó por doquier.

Nos dice José Francisco que “probablemente está en todos los espacios de la Catedral, de San Jacinto Traposos, el Libertador era muy inquieto de niño, le gustaba jugar, correr, era un ávido jinete desde los cinco años, salía por Caracas, pero en este espacio recordamos del niño Simón, cuando recorremos el cuarto donde nació, la sala principal del cuarto, donde su madre, María de la Concepción Palacios y Blanco dio a luz a Simón y a sus cuatro hermanos, por cierto, es uno de los pocos espacios que se conservan originales de la época, exactamente a cómo vivió el Libertador en su niñez”.
La casa, de una planta, ocupa una parcela con 23 metros de frente y 60 metros de fondo. Tiene patios rodeados por corredores y habitaciones, entre las cuales se destacan la Sala Principal, la Alcoba donde nació Bolívar y el Gabinete, el segundo patio de servicio servía de ventilación a la cocina y a otras habitaciones, e incluye una réplica de una fuente de agua de la época.
Al final de la casa se encuentra un pequeño corral-lavadero y la caballeriza. Y se respira también la educación ética que recibió el niño Simón, tanto de su familia, como de prominentes pedagogos como Andrés Bello y su tutor Simón Rodríguez.

“Andrés Bello es de los principales educadores del Libertador, no solo Bolívar es importante para los caraqueños, sino las personas que lo rodearon son importantes, por ejemplo, su maestro Simón Rodríguez; tenemos la Casa de las Primeras Letras, donde Bello le impartió clases, la cuadra Bolívar, hoy devenido pequeño espacio museable, y donde se encuentra la casa que perteneció a los Bolívar, donde Simón recibió clases de Andrés Bello, entonces el Libertador representa cultura, como dice su frase Moral y luces, porque él mismo fue una excelencia en moral y cívica, el Libertador era estricto con estos conceptos y con la preservación de las buenas costumbres”, insiste el especialista.
Y está también el caraqueño que jamás olvidó su patria chica, su tierra querida.
“En el último testamento del Libertador, cuando escribe lo que quiere que suceda con su vida, deja posesiones a su sobrino Fernando Bolívar, deja dinero a Hipólita Bolívar, su aya, (su nodriza), y pide ser enterrado en su ciudad natal Caracas, amaba mucho Caracas”, narra el historiador.
Por eso la Casa Natal del Libertador es sitio de obligada visita cuando se llega a la hermosa Caracas.

En sus declaraciones finales, el investigador de los Museos Bolivarianos afirma “Tenemos la gratitud de que este es el museo más visitado de Venezuela, Simón Bolívar es una figura que despierta pasiones y todo el mundo quiere venir a la casa del primer ciudadano del mundo, empieza sus funciones en 1921, es decir, como institución museable tiene más de 100 años, de ahí que tiene valor centenario”.
Así, emocionados, realizamos este viaje por la historia y la vida de uno de los más grandes americanos de todos los siglos, al recorrer con la mirada y el corazón, la Casa Natal de Simón Bolívar, donde germinó la semilla de quien tanto amó y defendió la libertad.
Detalles en la propuesta radial.