La llegada de la Revolución a la vida de las mujeres cubanas cambió tolmente su existencia.
Si bien es cierto que desde el primero de enero de 1959 se vieron amparadas por multiples beneficios que la situaban a nivel de los hombres desde el punto de vista social y laboral, también lo es, el hecho de que desde los comienzos ellas dieron un paso al frente para cumplir cabalmente las misiones asignadas, contribuir al desarrollo del país y tener una vida más plena.
A partir de esa fecha las mujeres en Cuba vieron en aumento las posibilidades de instrucción y desarrollo cultural integral. Desde los lugares más apartados de la Isla alcanzarían becas las muchachas de disímiles orígenes, campesinas e hijas de obreros con escasos recursos para tener una educación y otros servicios básicos.

Con el paso de los años no hubo frente en el que no estuvieron presentes las mujeres: la defensa del país, las tareas económicas, agrícolas, sociales y de salud.
No fue la primera vez que se sintió cálida y combativa la presencia de la mujer en momentos de urgencia al lado de la Patria. Ellas fueron continuadoras del legado de María Cabrales y Mariana Grajales, esposa y madre respectivas del Titán de Bronce Antonio Maceo. Acompañaron a las huestes mambisas y otras campañas por la emancipación de la Patria frente al colonialismo español y lucharon con energía contra los gobiernos de turno de la seudorrepública, serviles a intereses foráneos.
Asimismo, estuvieron presentes en las batallas en la Sierra Maestra y la clandestinidad hasta alcanzar el triunfo de la Revolución en 1959, conquistando a partir de ese momento un lugar en lo alto de la sociedad sin descuidar su esencia maternal como taller natural también, forjador de vida.

El pueblo cubano vive orgulloso del accionar de sus mujeres, continuadoras de la estirpe de las Marianas, de Celia, Vilma, Haydée, Melba, Lydia, Clodomira, y muchas otras que dedicaron sus vidas a servir a la Patria.
En 1960 se fundó la Federación de Mujeres Cubanas, organización orientada a conquistar la igualdad de género y emprender la batalla contra todo tipo de violencia, así como contribuir a su garantía de empleo, estudios y prevención social.



Un considerable número de ellas ocupan actualmente con resultados meritorios responsabilidades y ejercen profesiones importantes como médicos, arquitectos, ingenieras, diseñadoras, científicas, licenciadas en ciencias jurídicas, historia, periodismo, y en otras decenas de disciplinas del conocimiento.
También están en el Parlamento Cubano desempeñando un rol trascendental en la construcción del modelo de desarrollo en la Mayor de las Antillas.

De igual manera, están activas en las nuevas formas de gestión, en el sector de las ciencias laboran en grupos empresariales, como cuentapropistas, cooperativistas, en Mipymes, Unidades Básicas de Producción Agropecuaria, y otras estructuras en ascenso a lo largo y ancho del territorio nacional.
Las mujeres son ejemplo a seguir por su resiliencia creativa ante los retos que atraviesa el país, las carencias de productos, medicamentos y otras mercancías, fogueadas en el sacrificio y los asedios externos del bloqueo imperialista, no cesan en su empeño de lograr un mejor porvenir para sus familias y compatriotas: lucha ardua que ellas a diario vencen.
