Decía Guillermo Rodríguez Rivera que este país ha dado grandes próceres, aunque a su frase sería conveniente agregar que también ha dado ciertos apátridas impresentables, como este que escucharemos:
Las palabras del enviado especial de Trump a Venezuela han agitado el avispero, e incluso es penoso ver a esos devotos de la ignominia reaccionar a todo. Estos personajes no sólo hablan orgullosamente del imperio al que se subordinan, sino que le exigen más. Son gente que jugó la carta Trump y se sienten decepcionados.
Sin embargo, el problema es lo fácil que se naturaliza el término cambio de régimen, lo que es anticonstitucional, pero ese, como el de otros delincuentes famosos, es su modus operandi: siembran una idea y la repiten si cesar hasta que ya se vuelve un hecho que nadie discute.
Estados Unidos no está por encima de ningún otro país. No puede poner al mundo a girar en su órbita, y debemos recordar que la comunicación no está hecha de una sola pieza. Su plan no es sólo mentir, es manipular, distorsionar, convertir a las audiencias en personas que reciben acríticamente un discurso y lo dan por hecho. Y no olvidemos que, a fuerza de discursos, Hitler arrastró al pueblo alemán a un nazismo de masas.
Seguiremos chapeando
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