El Parque Central con su historia centenaria, donde tradicionalmente se celebran actos y veladas patrióticas, una vez más se llenará de niños, adolescentes y jóvenes el próximo 28 de enero, para junto al pueblo de la capital depositar flores al pie de la estatua de José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba, en el aniversario 170 de su natalicio.
La primera estatua erigida en Cuba al apóstol de la independencia de Cuba se levantó en ese lugar de La Habana frente al actual Hotel Inglaterra, el 24 de febrero de 1905, ocupando el espacio de una similar de la reina Isabel II retirada de su pedestal en 1899. Es el único lugar en Cuba donde se yerguen veintiocho palmas reales en alusión al día del natalicio del Apóstol, en enero de 1853.
La obra fue construida en mármol de Carrara por el destacado escultor cienfueguero José Villalta Saavedra y develada en febrero de 1905 en un acto que presidió el Generalísimo del Ejército Libertador, Máximo Gómez.
El escultor empeñó sus ahorros y pertenencias para completar el precio estipulado para la ejecución del Monumento. Ya entonces los habaneros comenzaban a llamar Parque Central a la antigua Plaza de Isabel II, tal vez por imitación a su similar de Nueva York.
Entre las curiosidades que distinguen a este lugar están las ocho tumbas simbólicas en forma de canteros o jardineras, con las cuales se rinde tributo a los estudiantes de Medicina injustamente fusilados por los colonialistas españoles, el 27 de noviembre de 1871.
A 44 años de la construcción y a nueve de la exposición Trescientos años de Arte en Cuba celebrada en la Universidad de La Habana – en la que se exhibieron dos obras de Villalta y Saavedra- en medio de la podredumbre política que sufría el país, los pronósticos auguraban que la noche del 11 de marzo de 1949 no iba a ser de modo alguno apacible. Pero los augurios erraron en señalar con exactitud el lugar del conflicto.
Afirma un sitio consultado que se celebraban unas reñidas elecciones estudiantiles en el instituto número uno (que después del triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959 el Instituto Preuniversitario José Martí) y la policía, previendo posibles disturbios, concentró en la calle Zulueta varias perseguidoras.
Entretanto, en el Parque Central, a pocos metros de allí, todo parecía acontecer en la normalidad. Pero esa noche, miembros de las dotaciones de los barreminas Rodman, Hobson y Jeffers; el portaaviones Palau y el remolcador Papago, pertenecientes a la Marina de los Estados Unidos, surtos en el puerto de La Habana, habían bajado a tierra, protagonizando una detestable afrenta a la gloriosa imagen del Apóstol de la independencia cubana en clara muestra de irrespeto y prepotencia.
Como era costumbre, los tripulantes de estas unidades se lanzaron a las calles capitalinas e inundaron los bares, garitos y prostíbulos que proliferaban por doquier.
Luego de escenificar una escandalosa juerga a todo lo largo del Paseo del Prado, tres tripulantes del Rodman, el sargento Herbert Dave White y los marineros George Jacob Wagner y Richard Choingsby, en estado de total embriaguez y a todas luces drogados, se aproximaron a la estatua del Maestro y, entre gritos y burlas, treparon al monumento.
De ellos, solo Choingsby, logró encaramarse en los hombros de la efigie de Martí, utilizándola como urinario público. Sus dos compañeros, al verlo en la cima, lo ovacionaron como a un héroe, acción que generó una enorme indignación a lo largo y ancho de todo el país y una enérgica respuesta de estudiantes y trabajadores habaneros.
Los policías se mantuvieron al margen hasta el momento en que los estudiantes del cercano Instituto de Segunda Enseñanza, el ya mencionado número uno comenzó a lanzar piedras y botellas. Varios transeúntes habituales de la zona y consumidores ocasionales de las cafeterías cercanas, se arremolinaron indignados en torno a los marinos.
Se entabló una discusión bilingüe que nadie pudo traducir, bajo una lluvia de certeras pedradas. Los airados cubanos obligaron al profanador a descender de la estatua y solo la llegada oportuna de las perseguidoras lo salvó de la ira popular. Cuatro años después, el 28 de enero de 1953, con motivo del primer centenario del Apóstol, la Universidad de La Habana organizó una manifestación a la que se unió el pueblo capitalino, la cual llevaba ofrendas florales a Martí, representado en la estatua del Parque Central.
Estos fueron convocados por el líder histórico de la Revolución Fidel Castro, jefe del movimiento revolucionario 26 de julio, que asaltaría el Moncada siete meses después. Ellos integraban las diferentes células clandestinas organizadas a ese fin, que tenían como propósito no dejar morir a Martí en el año de su centenario.