Marcha del pueblo combatiente

Una marcha por el honor y la dignidad de la Patria

A las 4 de la tarde de este 20 de diciembre comenzaba la mayor movilización popular de los últimos tiempos. Frente a la Tribuna Antiimperialista y profundamente martiana, se reunieron cubanos de varias generaciones, inundando la explanada con los colores de nuestra bandera. Y es que eso somos, un archipiélago colorido, que irradia luz y se crece, en medio de las dificultades.

Raúl y Díaz-Canel llegaron a ocupar sus lugares, de pie, junto al pueblo capitalino. Junto a ellos, estaban el Comandante del Ejército Rebelde, José Ramón Machado Ventura, dirigentes del Partido, el Estado, el Gobierno, las organizaciones juveniles, estudiantiles y de masas, oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior.

En el primer bloque de la marcha, representando a su pueblo, se situaron los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, quienes horas antes habían concluido su sesión ordinaria, en jornadas de aportadores debates sobre los problemas, las aspiraciones y desafíos del país.

El General de Ejército, guerrillero incansable, vistiendo su uniforme militar; y el mandatario cubano, llevando en su pecho la bandera de la estrella solitaria, se sumaron a la multitud con la misma hidalguía con la que 20 años atrás, el 14 de mayo de 2004, en este mismo escenario habanero de luchas por la Patria, el Comandante en Jefe Fidel Castro había advertido al Imperio: «Esta es solo una pequeña parte de todo un pueblo valiente y heroico que quisiera estar aquí, junto a nosotros, si físicamente fuese posible».

Entonces, esta vez, fue Díaz-Canel, continuador de las ideas de Fidel y Raúl, quien caminó hasta la plataforma ubicada, justamente, frente a la escultura de José Martí, que muestra al Héroe Nacional de pie, con el coraje que nos ha acompañado desde la manigua mambisa hasta las hazañas que protagoniza nuestro pueblo todos los días.

Al hablar a sus compatriotas, el mandatario cubano recordó que la actual administración norteamericana, a la que a partir de este 20 de diciembre le queda exactamente un mes en la Casa Blanca, «no ha hecho nada por alejarse de la línea de bloqueo reforzado y asfixia económica a Cuba, que le dejó como herencia la administración republicana que en enero regresa a la Oficina Oval».

El Presidente de la República subrayó que son numerosos los pronunciamientos de personalidades estadounidenses y de otras partes del mundo, que demandan al presidente Biden hacer uso de su potestad para que, al menos, retire de esa espuria lista «el nombre de una nación que jamás debió estar».

Señalar a Cuba como Estado que supuestamente patrocina el terrorismo -aseveró el mandatario- «es cuando menos falso e inmoral, venga de donde venga la acusación, pero lo es doblemente, cuando la acusación proviene de territorio estadounidense, donde se entrenan ahora mismo, grupos paramilitares que organizan, promueven y financian acciones terroristas contra estructuras sociales y económicas en Cuba».

«Ningún gobernante norteamericano puede catalogar a Cuba como un Estado terrorista», afirmó categóricamente, en su vibrante discurso.

Más adelante, Díaz-Canel consideró que «la permanencia de Cuba en esa lista y el arreciamiento de la política de bloqueo, son acciones despiadadas hacia el pueblo cubano, que deben cesar ya».

«La pretensión de Estados Unidos de lacerar la dignidad de este pueblo, por medio del garrote, ha quedado deshecha hoy, con esta concentración y marcha combatiente, que demuestran cuán elevada sigue estando el honor de nuestra Patria», aseguró el Presidente cubano, y cientos de miles de banderas se agitaron, en lo alto.

Y en clara alusión «a los agoreros del odio anticubano que vociferaban histéricos que sería un fracaso», el mandatario manifestó: « ¡Qué poco conocen al pueblo cubano! ¡Cuánto subestiman aún nuestras convicciones patrióticas y revolucionarias!»

A los «otros voceritos del gobierno estadounidense» y de la mafia anticubana del sur de la Florida, que insistían en envenenar las redes con la falsa idea de que esta era una marcha “anti estadounidense”, Díaz-Canel ratificó que «contra el pueblo estadounidense no profesamos el más mínimo sentimiento de odio».

«Hacia los ciudadanos nobles de ese país todo nuestro respeto, y la mano siempre extendida para fortalecer los lazos de hermandad entre nuestros dos pueblos», valoró el Jefe de Estado.

En la voz del Presidente de Cuba se escuchó el sentir de un pueblo entero, convencido de que, si Estados Unidos persiste en su empeño de quebrantar su soberanía, independencia y socialismo, sólo encontrarán rebeldía e intransigencia. «A cada administración que lo ha intentado, le ha sobrevivido la Revolución cubana, y así seguirá siendo».

«Marchamos ya, para decir al gobierno de Estados Unidos: ¡Dejen al pueblo cubano vivir en paz!». Con esta convocatoria se iniciaba el recorrido de poco más de un kilómetro, por todo el Malecón, hasta llegar a la Avenida de los Presidentes, la calle G del capitalino Vedado.

Raúl y Díaz-Canel encabezaron la estremecedora marcha y un pueblo compacto avanzó con paso firme. Durante todo el trayecto se escucharon numerosas consignas de condena a la política hostil de Washington; exigiendo el cese del bloqueo y la eliminación de Cuba de la ilegítima y absurda “lista”; de respaldo a la Revolución que dentro de unos días arribará a su aniversario 66; y ratificando la convicción profunda de que Fidel está y estará en cada batalla que libremos.

Ciertamente, las voces resultaron más enérgicas, justo frente a la Embajada que representa al gobierno que intenta asfixiarnos económicamente.

Raúl y Díaz-Canel lideraron la marcha a lo largo de 1 300 metros de recorrido. Y luego, donde la calle G y la avenida del Malecón se entrelazan, el Presidente de la República se quedó presenciando el multitudinario desfile, saludando al pueblo, abrazando a algunos niños que llegaban hasta donde estaba el Jefe de Estado, y hasta tomándose fotos con jóvenes, trabajadores, gente de nuestro valiente pueblo que este viernes mostró, como tantas veces en nuestra historia, la fortaleza mayor con la que seguimos contando: la unidad de la nación.

Una hora y 45 minutos desfiló el pueblo de la capital, por el Malecón de todos los cubanos. Fue una marcha por la vida, el honor y la dignidad. Fue una marcha por el futuro de este pueblo Gigante, que sigue repartiendo alegría, confianza y optimismo, aun en medio de la adversidad.

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