Cuando los vecinos de una cuadra se reúnen para realizar de forma voluntaria trabajos de higienización y embellecimiento se huele en el aire el placer y la satisfacción que sienten por realizar esas tareas para el bienestar de todos.
Igual sucede en los centros laborales en una jornada fuera del horario para impulsar determinadas producciones, en una escuela que se convertirá en un lugar más atrayente y acogedor para alumnos, padres y vecinos o en zonas agrícolas. Sin embargo al final de la actividad los que participan se sienten afortunados por el aporte realizado, además de haber socializado con el grupo de voluntarios. Se realiza sin ánimo de lucro e implica tiempo, no dinero.
Los inicios de esas acciones se desarrollaron en una obra que se levantaba en el Caney de las Mercedes, en la entonces provincia de Oriente y la acometían combatientes del Ejército Rebelde en incuestionable materialización de la promesa hecha por la máxima jefatura de esa fuerza durante la lucha armada. Se trataba de la primera obra educacional que construía la naciente revolución cubana para unos 20 mil niños serranos nombrada “Camilo Cienfuegos”.
A tales efectos se realizó una movilización que superó todas las expectativas, pues se sumaron miembros de la Unidad Femenina Revolucionaria, la Juventud Cívica Unida, la Asociación Campesina Regional “Frank País” e integrantes de muchos otros sectores, que sobrepasaron la cifra de dos mil.
Participantes en la jornada recuerdan que el Che subió a la cama de un camión, compartió el objetivo de la tarea y convocó a vencer a quienes querían dividir a los revolucionarios.
Muchas jornadas de ese tipo se desarrollaron en la citada obra y otras que la Revolución concibió para beneficio popular. Así tomó fuerza el pensamiento creador del Che: el trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro y más todavía cuando esos trabajadores ejercen su trabajo en lugares que no les son habituales.
A partir de este primer trabajo voluntario realizado se le dio un mayor impulso a estas jornadas. Fue el Che, a partir de entonces, el que con la fuerza de su ejemplo lo extendió, defendió y argumentó que el trabajo voluntario no debe mirarse por la importancia económica que signifique en el día de hoy para el Estado, el trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores.
Nacía así en el país el trabajo voluntario, fruto de la conciencia popular y expresión genuina de una actitud comunista ante el trabajo. Después de ese primer día el Che acudiría todos los domingos a aquella jornada productiva, hasta que el 26 de julio de 1960 fuera inaugurada su primera fase.
Los participantes en el trabajo voluntario se rigen por valores como la generosidad, la solidaridad, el altruismo, la justicia, la fraternidad, la empatía, y la sinceridad. A todo ello se suma el legado que significa para las nuevas generaciones.