Doctor Richard José Maita: Cuba es amor

Han pasado los años, y el Doctor Richard José Maita conserva en su mirada la misma ternura ancestral de su comunidad indígena kariña, en el Estado de Anzoátegui, en las riberas del Río Orinoco.

Nos recibe con un saludo de su lengua natal y de inmediato traduce: ¡Bienvenidos todos a este encuentro de indígenas y no indígenas, y mi nombre es Richard José Maita!, nos dice mientras estrecha nuestras manos.

Médico de profesión, actualmente docente universitario en la Escuela Latinoamericana de Medicina, ELAM “Salvador Allende” en Caracas,  ahora vuelve la vista atrás, cuando era un adolescente un “chamo” de sólo 16 años, y pudo hacer realidad su anhelo de estudiar la carrera que amó siempre, desde muy pequeño.

“Es un sueño profundo, porque gracias a nuestro Presidente Hugo Chávez en 1999 me gradúo de bachillerato y recibo la noticia de que fui seleccionado como estudiante para ir al hermano país de Cuba a formarme como médico, me conmueve mucho porque en su momento fueron ocho estudiantes elegidos de la etnia indígena Kariña, a la cual pertenezco”.

El profesor Maita no encuentra palabras para agradecer, en primer lugar al respaldo de su Gobierno y a la solidaridad cubana: “tuve mucho apoyo del Parlamento venezolano, entonces no existía el Ministerio indígena, sino el Parlamento indígena con la Doctora Noeli Pocaterra, actual diputada de la Asamblea Nacional, quien fue una de las impulsoras de este proyecto, también al Comandante Hugo Chávez, que en 1999 dio esa oportunidad y por fortuna me tocó a mí”.

Todavía se estremece cuando recuerda aquel primer viaje en metro en Caracas para llenar documentos y viajar a la isla del sol. Entonces su madre, que nunca había estado en la capital, se perdió hasta que paró en la Alcaldía, donde la ayudaron.

Su padre que le acompañaba, no pudo firmar el autorizo porque el jovencito no tenía su mismo apellido, pero él exigió su derecho a estudiar. Y lo logró. Antes de tomar por primera vez un avión, en la despedida en su comunidad hubo rituales, invocaciones a los Dioses, amor, mucho amor. Se convertía así en fundador de un proyecto de futuro en la Escuela Latinoamericana de Medicina con muchachas y muchachos de otras naciones.

Y en nuestro diálogo, vuelve a recordar sus orígenes “Soy kariña del estado Anzoátegui, era menor de edad cuando se hizo la convocatoria para estudiar Medicina en Cuba, hice los trámites en Caracas para que el Tribunal de Menores me diera permiso y finalmente pude hacerlo; es estremecedora la emoción, por primera vez viajar a otro país con 16 años, fuimos 600 estudiantes, nos graduamos 51 médicos, los cuales representamos el llamado Batallón 51”.

Encontrar otra cultura fue otra de las lecciones mágicas.

“Ese encuentro con la cultura cubana es algo lindo por la gentileza que tiene el cubano, cuando llegamos, había representantes de ocho países, luego se fueron sumando otros hasta llegar al total de 27, y finalmente egresamos jóvenes de 32 países, desde niño me gustaba la carrera, pero era muy costoso en las universidades de nuestro país, doy gracias al Presidente Chávez y Nicolás Maduro y al Presidente Fidel Castro por darnos la oportunidad, no solo a los venezolanos,  sino a todos los países hermanos latinoamericanos, del Caribe, del resto del mundo por formar médicos de ciencia y conciencia”, subraya.

Los jóvenes egresados del Batallón 51, germen de la ELAM, jamás olvidarán la profesionalidad de sus profesores cubanos, la exigencia y el cariño para recibir a quienes llegaban a un país desconocido para cursar una carrera difícil.

Dice Maita que hasta aprendió hábitos de estudio, otras costumbres, una alimentación diferente. Pero también una ética médica muy peculiar, que hoy le permite estar más cerca de sus pacientes.

“Ese conocimiento lo adquirimos nosotros, los del Batallón 51 y todos los médicos que se han formado en diversas cortes, nosotros nos graduamos en el 2005, posteriormente fue creada la ELAM en Venezuela, adquirimos todos los elementos de la práctica médica, hoy reconozco que es distinta la formación de los graduados en la ELAM a la de otros egresados de distintas universidades, y es que desde el primer año tuvimos el contacto físico con los pacientes”, explica.

El Doctor Richard José Maita abraza “el sueño de los egresados de la ELAM de crear el sistema único público nacional de salud en Venezuela como lo tiene Cuba, pues a pesar de las dificultades económicas, en la isla se constatan avances científicos y tecnológicos en cuanto a la parte médica, biotecnología, y otras ramas, añoramos que los futuros médicos que formemos trabajen en un buen equipo de salud, defensor de la atención primaria, y por supuesto, trabajar de forma mancomunada con los sectores populares, como aprendimos en la nación hermana”.

Este médico de mirada ancestral y agradecimiento infinito quiere fomentar un proyecto en su comunidad donde siempre vuelve para abrazar a los suyos y honrar a sus Dioses.

“Aprendí el contacto directo con los enfermos, la humildad, el compromiso, la responsabilidad, todo eso lo cultivé en Cuba, en mi comunidad indígena estuve tres años haciendo el rural después de la reválida, también fui al estado Bolívar porque quería aprender más de las enfermedades tropicales, e hice mi internado rotatorio para irme a mi comunidad como médico rural”.

Y enfatiza emocionado “yo quise y mantengo mi idea de conformar en mi comunidad indígena de Paramán, un proyecto de médicos de etnias kariñas, y de otras como  waraos, yekuanas, queremos unirnos para atender juntos a  nuestros pacientes indígenas, y seguir concretando los sueños de Chávez, queremos seguir formando médicos de calidad para que sigan el camino del amor, quiero ayudar a mi pueblo, por eso los del Batallón 51 somos médicos de ciencia y conciencia, pues, además de la formación científica, tenemos que tener conciencia del prójimo que no tenga recursos para pagar una consulta, todo médico debe tener ese grado de sensibilidad para salvar vidas”.

Y Cuba, siempre Cuba en su corazón.

Lo dice con una luz en sus ojos “si volviese a nacer me fuera otra vez a Cuba a estudiar Medicina, la educación allá es distinta, hay profesores con su carácter exigente, pero noble, que siempre me ayudaron mi formación, aquí los egresados de otras universidades dicen que mis conocimientos son distintos, y les explico que en Cuba aprendí la semiología médica, desde que usted tiene ese contacto físico con el paciente hay algo que te diferencia para siempre”.

Al país donde se formó, Maita desea regresar, abrazar a sus profesores, estudiar una tercera especialidad, encontrarse con sus colegas,  agradecer a quienes lo prepararon profesionalmente y como ser humano; y en recompensa, explicarles sus experiencias de cómo ha sido seguir el camino de la docencia médica en la ELAM venezolana.

“Cuba es amor, siempre lo he dicho, después de mi país, me considero hijo de Cuba, he tenido contacto con amistades médicas cubanas que están en la isla o otros países, para mí es ternura, es la formación y jamás olvido la forma que nos acogió a nosotros, el personal que nos recibió en la ELAM, Chávez fue nuestro padrino, y el Presidente Fidel Castro que siempre estuvo pendiente de los venezolanos, eso lo llevo siempre muy dentro de mí”.

Así con orgullo cubano, nos despedimos del Doctor Richard José Maita, un profesor venezolano que desde su comunidad indígena Kariña viajó a la isla del Sol para cristalizar sus sueños de salvar vidas.

Detalles en la propuesta radial.

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