A los pies de la escalinata del Palacio de Revolución recibió el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, a unos invitados muy especiales.
Apenas llegaron los visitantes y se toparon con el anfitrión llevaron las manos a la boca, otros a la cabeza, algunos las agitaron, señalaron, compartieron miradas. No imaginaron que aquella frase que han escuchado en la televisión, en la radio, en la escuela de que ellos son lo más importante para un país, se expresara en el gesto humilde de ser recibidos, sin protocolos, a la distancia de un abrazo, de un apretón de manos, por el Jefe de Estado.
Unos 50 niños de primaria y secundaria, además de la enseñanza especial, tomaron la sede de la Presidencia y el Gobierno de la República, contaron desde la entrada con un guía que vive aquí la mayor parte del tiempo.
De la mano de Díaz-Canel descubrieron los escenarios que ven por televisión cuando se reciben allí a ilustres personalidades del mundo, el salón desde el que se deciden importantes políticas. Conocedor del valor de cada pieza artística, de la mística histórica que se respira en los lustrosos pasillos, de cada rincón, el Presidente les mostró el vitral por el que se filtra el “Sol de América”, el inmenso mural de René Portocarrero, en cuya cerámica vidriosa se entremezclan 17 rostros femeninos con la flora tropical y los helechos, evocación perenne a la lucha en la Sierra Maestra.
Tras el recorrido por el Palacio de la Revolución los pioneros y el presidente Díaz-Canel se sentaron, bien cercas unos de otros, para hablar de un tratado internacional que se firmó en Naciones Unidas hace este 20 de noviembre 35 años, la Convención sobre los Derechos del Niño.
Comentó el mandatario a sus invitados que la Convención de los Derechos del Niño es el tratado de Derechos Humanos más ampliamente ratificado de la historia, consideró que este aniversario constituye una oportunidad para renovar el compromiso de los Estados en materia de los derechos de las infancias y las adolescencias, pero sobre todo, para analizar lo que resta por hacer y prever el accionar futuro.
Las nuevas normas jurídicas cubanas iniciando por la propia Constitución de la República, han permitido reflejar los derechos de niños y adolescentes -mencionó el Presidente- en la misma se prioriza el interés superior del niño al considerar su autonomía progresiva, y los derechos a la participación.
Como si se tratase de un maestro ante una clase, el dignatario le preguntó a los pioneros cómo ven materializados esos derechos en el ámbito escolar, familiar y comunitario, indagó sobre sus asignaturas preferidas, acerca de qué quieren ser cuando sean grandes, se interesó por saber a qué juegan, cuáles son sus héroes, qué es lo que más les gusta de Cuba.
La inocencia, la insaciable curiosidad infantil, voces diversas y con timbres peculiares se apoderaron del Salón Portocarrero y el mandatario fue sorprendido también por preguntas de los infantes y adolescentes: ¿Cómo fue el niño Miguel, cuáles fueron sus asignaturas y deportes preferidos y hasta si era difícil ser presidente de Cuba?
Keyla Estévez, directora del Centro de Estudios de la Juventud y con amplia experiencia en la Organización de Pioneros José Martí, catalogó el encuentro como una expresión de los derechos de los niños en Cuba, dijo que aunque la nación rubricó en 1990 la Convención, en realidad eso ocurrió en 1959.
Ustedes hoy han participado, ustedes hoy han expresado sus deseos, sus opiniones, sus inquietudes y sus derechos a la máxima dirección del país. Eso tenemos que repetirlos en todos los colectivos pioneriles, en nuestras casas, llegar, contarlo en las escuelas.
A esta hornada de futuro que rompió la rutina de días difíciles, Díaz-Canel les dijo: Ustedes irradian felicidad, ustedes irradian alegría y nos sorprenden día a día con lo profundos que son.
“Ustedes nos han traído alegría, ternura, cariño y nos han inspirado mucho. Yo siento como si hubiera arrancado la Guiteras con su máxima potencia. Gracias por la alegría y por el futuro que nos trajeron”, afirmó.
El Palacio de la Revolución, donde trabajaron y escribieron la historia de la Revolución Cubana: Fidel Raúl, Almeida, Ramiro, Celia, tuvo dentro hoy a su mayor tesoro, una representación de niñas y niños cubanos, el futuro con presente de derechos conquistados.
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