Encuentro: con la Giselle de Cuba

Alicia Alonso desde muy pequeña y sin aun comprenderlo solo encontraba su pasión en la danza. Según comentó en ciertas entrevistas, en ocasiones bailaba la música popular, hasta que su madre optó por poner en un tocadisco música clásica, entonces hacía movimientos y bailaba sin cesar como si fuera una bailarina y sin tener referentes.

Cada vez que Alicia escuchaba música a lo largo de su vida siempre en su mente estaba bailando. Por esta razón decía que su modo de descanso era estar en silencio. En este episodio de la segunda temporada del podcast Encuentro, no solo rememoramos algunos momentos de la prima ballerina assoluta, además compartimos anécdotas de su vida.

La también Premio Nacional de Danza en 1998 es símbolo de la cultura cubana, demostró al mundo su virtuosismo y capacidad para entregarse en cuerpo y alma a cada interpretación. Como muchos conocen se confirió al ballet y se negó a abandonarlo, aun cuando ello implicara un deterioro de su visión.

Recordemos que en 1941 fue diagnosticada con desprendimiento de retina. Pese a ser operada quedó parcialmente ciega, no obstante continuó bailando con la ayuda de sus compañeros y de luces en el escenario que le servían de guía. Algo que realmente sumaba para que la admiración por ella fuera in crescendo entre todos los amantes del ballet.

Si te has preguntado por qué a Alicia le se nombra la Giselle de Cuba, te cuento que surgió a raíz de su perfecta y única interpretación cuando asumió ese rol con inmensa maestría hasta penetrar en la piel de la joven campesina, en su debut el 2 de noviembre de 1943.

Este mes de octubre conmemoramos el quinto aniversario de la desaparición física de Alicia Alonso, y no queríamos pasar por alto un Encuentro con la eterna prima ballerina assoluta.

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