La historia de Cuba cuenta que a partir de la segunda mitad de los años 40, la represión al movimiento obrero, en especial a la dirección de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), encabezada por Lázaro Peña, condujo a su división, por un decreto oficial que ilegalizó el V Congreso Obrero.
A cambio de esto, se convocó otro Congreso, dominado por dirigentes del Comité Obrero Nacional auténtico. A partir de entonces, hubo otra dirección paralela conocida popularmente como CTK, aludiendo al Inciso K de la Ley de Ampliación Tributaria de 1943, que destinaba fondos especiales para educación, aunque en realidad se utilizaron para pagar a los pandilleros y para el soborno y el enriquecimiento ilícito. La represión se expresó también con los asesinatos de los dirigentes obreros.
Son los casos de Jesús Menéndez, líder de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros; Aracelio Iglesias, dirigente de los obreros portuarios, y el líder campesino Sabino Pupo, entre otros destacados dirigentes de la clase obrera cubana.
A pesar de algunas medidas iniciales, encaminadas a fomentar nuevas industrias y a la cooperación con la CTC en las demandas obreras, la demora en presentar la prometida legislación complementaria de la Constitución, más el incremento vertiginoso de la corrupción, crearon la desesperanza en el pueblo y el descrédito del autenticismo.
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