crimen de barbados

Sin olvido el crimen de Barbados

Llenos de alegría regresaban a la Patria los 24 miembros del equipo nacional juvenil de esgrima cubano, luego de haber ganado todas las medallas de oro en el Campeonato Centroamericano y del Caribe.

Sin embargo, el vuelo 455 de Cubana, el cual se dirigía desde la isla de Barbados a la de Jamaica —con destino en la capital cubana de La Habana— fue destruido en pleno vuelo en un atentado terrorista que tuvo lugar el 6 de octubre de 1976.

El luto y la tristeza se apoderaron de todo el pueblo cubano: las 73 personas a bordo de la aeronave, un Douglas DC-8 de fabricación estadounidense, resultaron muertas. Según su desglose por nacionalidades, se trataba de 57 cubanos, 11 guyanenses y 5 norcoreanos, en el hasta entonces peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental. Se confirmó que en el  hecho se utilizaron dos bombas, descritas como dinamita o explosivo C-.

La evidencia posterior implicó a varios individuos contrarios a la Revolución del exilio cubano que tenían vínculos con la CIA, además de algunos miembros de la policía secreta venezolana de aquel entonces (la denominada Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, DISIP).

Cuatro hombres fueron arrestados en relación con el atentado, y se realizó un juicio al respecto en Venezuela: Freddy Lugo y Hernán Ricardo Lozano fueron sentenciados a 20 años de prisión, pero Orlando Bosch Ávila fue finalmente absuelto debido a defectos técnicos en la consecución de las pruebas o evidencia por parte de la fiscalía y luego vivió en la ciudad de Miami, donde murió el día 27 de abril de 2011.

Por su parte, Luis Posada Carriles estuvo detenido durante ocho años mientras aguardaba una sentencia definitiva, pero eventualmente logró huir. Más adelante ingresó a los Estados Unidos, donde estuvo detenido por haber ingresado ilegalmente a su territorio, siendo liberado el 19 de abril de 2007. Vivió protegido en ese país hasta su muerte en 2018. El 6 de octubre de 1976, el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación partió desde Guyana hacia la capital cubana de La Habana, vía las islas de Trinidad, Barbados y Jamaica.

El avión no logró llegar ni siquiera a Kingston, ya que a las 17:24, sólo nueve minutos después de haber despegado desde el Aeropuerto Internacional Grantley Adams y a unos 18mil pies de altura, explotó una bomba que estaba escondida en el baño trasero. El capitán de ese vuelo, el piloto Wilfredo Pérez Pérez, emitió por radio el siguiente mensaje a la torre de control:

¡Tenemos una explosión a bordo, estamos descendiendo inmediatamente! ¡Tenemos fuego a bordo! ¡Solicitamos aterrizar de inmediato! ¡Tenemos una emergencia total!

La aeronave inició un descenso rápido, mientras trataban infructuosamente de llevarla de regreso al Aeropuerto de Seawell. Una segunda bomba explotó en el lapso de los siguientes minutos, contribuyendo definitivamente a que el avión se estrellase.

Días  después en el acto de despedida de las víctimas del avión de cubana el Comandante en jefe Fidel Castro en una de las partes de su discurso afirmó:

¡Nuestros atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones (Aplausos); sus medallas de oro no yacerán en el fondo del océano, se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la olimpiada, pero han ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la patria! (Aplausos.)

¡Nuestros tripulantes, nuestros heroicos trabajadores del aire y todos nuestros abnegados compatriotas sacrificados cobardemente ese día, vivirán eternamente en el recuerdo, en el cariño y la admiración del pueblo! (Aplausos) ¡Una patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista y más internacionalista (Aplausos) será el grandioso monumento que nuestro pueblo erija a su memoria y a la de todos los que han caído o hayan de caer por la Revolución! (Aplausos.)

Hacia nuestros hermanos guyaneses y coreanos inmolados ese día, va también nuestro recuerdo más ferviente en estos instantes. Ellos nos recuerdan que los crímenes del imperialismo no tienen fronteras, que todos pertenecemos a la misma familia humana y que nuestra lucha es universal (Aplausos).

No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

A 48 años de aquel crimen, el pueblo cubano mantiene intacto el recuerdo de sus mártires.

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