La Habana- Es un nuevo día en Cuba y el país amanece bajo los efectos del más cruel de los bloqueos, como ocurre desde hace más de seis décadas en la historia de la nación.
La que vivimos hoy, ha sido la realidad de generaciones de cubanos. Es la batalla diaria de la resistencia de un pueblo. Es la lucha cotidiana contra las maniobras enfermizas de sucesivos gobiernos norteamericanos, que han ignorado durante años el reclamo de la comunidad internacional que exige el cese de la inhumana política de asfixia económica contra la familia cubana.
Luego de la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista, esta pequeña Isla tuvo que enfrentar una de las más difíciles situaciones económicas de su historia. Con el fin de destruir a la Revolución, Estados Unidos recrudeció aún más su criminal bloqueo. Nuestro país quedó prácticamente solo, fueron años muy duros, de enormes carencias, pero el pueblo y su gobierno supieron sortear los más complejos escollos.
Contrario a las apuestas de los enemigos de la Revolución, Cuba no solo resistió de pie, sino que venció las adversidades y creció con talento y creatividad, sin perder la esperanza, ni la solidaridad.
Habría que ver cuantas naciones en el mundo soportarían un bloqueo tan feroz, durante tantas décadas, sin claudicar; y, además, sobreponerse a las numerosas dificultades por las que ha atravesado el país en los últimos tiempos.
El pueblo de Cuba es heroico. Lo muestra cada día. Con nuestras luces y sombras hemos salido adelante, apreciando siempre la inmensa solidaridad internacional. A Cuba la amamos y defendemos sus buenos hijos, pero también muchas personas, movimientos y naciones en todo el mundo.
Con desbordadas muestras de solidaridad en ciudades de todas las latitudes, cada año crece el apoyo a la lucha contra el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos; así como el rechazo mundial a la inclusión de nuestro país en la lista de supuestos patrocinadores del terrorismo.
La osadía de nuestro pueblo es reconocida y admirada en todo el planeta. El mayor desafío está en preservar la unidad de la nación, porque ante el mundo, el bloqueo ya fue vencido con una dignidad y resistencia inigualables.
La solidaridad no se puede bloquear, seguirá siendo un arma indestructible de lucha; y, al propio tiempo, un mensaje inagotable de paz imposible de silenciar.
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