Iván Balmaseda Sicilia es un destacado actor cubano, conocido por su talento y versatilidad en el escenario.
Con más de 40 años de experiencia en el mundo artístico, aún recuerda cuándo fue la primera vez que salió en escena.
La primera vez que me subí a un escenario fue en febrero de 1981, en el teatro Antonio Maceo, que estaba, o que todavía está, en la antigua Escuela Normal de La Habana. En aquella época esa escuela era el pre del Cerro, y yo estaba cursando el décimo grado. Un día pasaron preguntando a los alumnos quiénes querían participar en una obra de teatro que se estaba representando ahí en el teatro de la escuela. Y yo me apunté. Todo fue por embullo. Y la obra era Asalto a la Guarida, escrita y dirigida por Tito Junco.
Desde ese momento la magia del teatro lo sedujo por completo y, con el tiempo, se convirtió en su segundo hogar.
En 1987 se graduó de la facultad de artes escénicas del Instituto Superior de Arte. Durante su formación no solo perfeccionó sus habilidades teatrales, sino también se relacionó con otros jóvenes talentos y reconocidos actores, ampliando su visión del arte y la cultura cubana.
Balmaseda tuvo la posibilidad de instruirse de grandes maestros del teatro vernáculo cubano, tales como Carlos Pou, Zenia Marabal y Felo Suárez, con quienes aprendió a interpretar los personajes de “el negrito” y “el gallego” del teatro bufo.
Sin embargo, recuerda con especial cariño el rol de Cándido Gamboa, de Cecilia Valdés, pues le permitió explorar una amplia gama de conflictos internos y emociones complejas. La profundidad psicológica del personaje resonó en él y logró una íntima conexión con la historia.
El teatro siempre ha sido un elemento de purificación, un elemento de ascenso, de entendimiento y, a través del trabajo, a través de la obra, a través de los personajes, uno logra la capacidad, logra la energía de poder enfrentar las situaciones personales que siempre existen porque los actores después de todo somos seres humanos y siempre llevamos encima algún tipo de conflicto personal. Pero bueno, el teatro te brinda la posibilidad de poder canalizar esas energías, de poder extrapolar incluso a veces hasta encontrar una solución a esos conflictos.
Su presencia en el escenario es imponente, a través de gestos sutiles y miradas penetrantes. A pesar de su carácter reservado, cada vez que da vida a un personaje se transforma por completo, dejando atrás su propia esencia para sumergirse en las emociones y vivencias de quienes interpreta.
Iván ha participado en programas populares de la televisión cubana, como el policiaco Tras la Huella y la serie Calendario, donde interpretó al padre autoritario e intolerante de Noemí.
Actualmente, podemos disfrutar de sus actuaciones en la comunidad creativa Nave Oficio de Isla, un espacio que reúne a diversos actores, promueve la colaboración y el intercambio de ideas.
Para Balmaseda el mejor legado que puede dejar no se trata solo de homenajes y reconocimientos, sino de buenos valores y compromiso con su oficio.
El legado que quiero dejar a las nuevas generaciones, sobre todo, es disciplina, consagración, estudio y sobre todo ética, mucha ética, cosas que lamentablemente de vez en cuando uno observa que se han perdido, mucha ética, estudiar, estudiar, no dejar de estudiar, trabajar, querer a sus compañeros, amar el arte que representan y, en fin, entregarlo todo cuando suban a un escenario, entregarlo todo, enfrentarse al público con el alma y con la vida, como decimos nosotros en el gremio, como si fuera la última función.
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