La enseñanza educativa cubana y sus desafíos

Cada vez que transcurre un año, los desafíos del sistema educacional cubano son mayores. La vida lo demuestra con los avatares de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones y los impactos en las maneras de actuar, pensar y proveerse de contenidos diversos en los niños, adolescentes y también los jóvenes.

En la situación económica actual del país, el reto se torna muy complejo en aras de  completar insumos necesarios – libretas, lápices, cuadernos escolares-, imprescindibles para cualquier período lectivo, sin contar los muebles escolares y las condiciones constructivas de los centros educacionales.

Sumémosle el componente humano, -imprescindible, vital-, sin el cual no hay curso escolar posible y desde donde nace o concreta cualquier  estrategia.

Existe un elemento que se repite y que en mientras el entorno resulta más difícil, mayor incidencia tiene para avanzar sobre la base de la innovación organizacional, educativa y también tecnológica-, ese componente es la voluntad del Gobierno para hacer de cada período lectivo una verdadera fiesta.

Sin embargo, aunque es importante, sin maestros es más difícil lograr depositar los conocimientos necesarios, con la calidad y rigor que se espera en los educandos. Y en la sociedad moderna donde coexisten tantas mediaciones sociales, tecnológicas y económicas, ya no se trata solo de impartir conocimientos básicos sino de, tomarlos como un pretexto también, para introducir y fomentar otros valores éticos y morales, que pueden contribuir a paliar y dotar de herramientas necesarias para la interpretación en la contemporaneidad de un enorme contenido de informaciones  y hechos que  a diario traspasan lo nacional, y modelan comportamientos humanos, al punto de poner en crisis hoy los modelos tradicionales de enseñanza.

Transitar entonces hacia un modelo cubano de enseñanza, flexible, innovador, cada vez más atemperado a nuestra realidad, potenciando el uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones más intencionalmente, no rechazándolas sino utilizando per se a favor nuestro, articulando sin dogmas lo tradicional con lo contemporáneo, es a nuestro juicio uno de los mayores retos del sistema educacional en nuestro país, donde a diferencia de otras naciones, aunque la escuela es un punto de partida, también confluyen la comunidad y ni decir la familia.

Esta última idea entendida como el rescate, que debemos reconocer se ha perdido, de la participación activa de estos eslabones para completar procesos docentes educativos que no son exclusivos de la escuela, porque comienzan y terminan en la familia y como un ciclo vuelven una y otras vez al punto de partida como influencia permanente del deber ser.

¿Y el papel del maestro? Vital, impostergable, como garante de todos los procesos. Un maestro informado, pero también comprometido; un maestro que entiende la sociedad cubana y cómo va transformándose, capaz de tomar ese conocimiento y contribuir a su interpretación en un aula, de forma oportuna, flexible, creativa, interactiva, para lograr la participación de todos.

O sea, separando la paja del grano, el maestro sigue siendo el alma del sistema educativo cubano, pero tiene ante sí el enorme reto de superarse cada vez más a sí mismo, yendo un paso por delante del alumno; porque cada clase no se parece a la anterior; porque en cada curso los escolares son diferentes; porque cada alumno no es igual a otros, ni las familias y entorno donde vive tampoco.

Enfrentar cada lección como un reto, aún cuando el capital simbólico esté precedido  de muchos años impartiendo clases; hacerlo con la mayor responsabilidad posible; prepararse para darles respuestas a preguntas nuevas de los estudiantes, en ocasiones muy complicadas, más allá del contenido propio de una clase, y no rehuirlas; estar mejor preparados que nunca, no solo en el dominio de la clase a impartir sino sobre cómo transcurren procesos y tendencias en la sociedad cubana y fuera de ella; saber qué pasa en el barrio donde viven los alumnos, resultan pequeñas cosas que apertrechan a un educador hoy antes de enfrentar una clase. La vida es así, dinámica. Hoy más que nunca son muchos retos. Y un maestro bueno dondequiera que esté siempre será referencia. Por mucha tecnología que exista, por muy complicado que resulte el entorno, el maestro bueno, en toda la extensión de la palabra, marca siempre la diferencia, y no se olvida nunca.  

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