Cubanos de varias generaciones, compatriotas todos se dieron cita esta mañana en plazas y parques de todo el país, un motivo común les convocó: la celebración del Día Internacional de los Trabajadores.
Acostumbrados a la fiesta grande, cada primer día de Mayo, encontramos siempre nuevos motivos para reafirmarnos, para seguir construyendo juntos la Patria y hacer de Cuba, cada día, el país que soñamos y queremos.
Momentos duros, complejos, decisivos nos convocan. Alguien dijo que nunca hubo etapa fácil en el devenir del proceso revolucionario cubano después del triunfo hace más de sesenta años. Porque mientras exista el bloqueo y ahora la inserción del país en una supuesta lista de países patrocinadores del terrorismo, con nuestro principal adversario solo a noventa millas de distancia, no habrá descanso.
El destino de los cubanos ha sido ese, luchar y resistir, como Quijote contra molinos de viento, también buscar los caminos que nos permitan avanzar, desbrozando campos de obstáculos y apelando a fuerzas propias para llegar a nuestras propias metas.
Sometida a una despiadada campaña de intoxicación mediática, persecuciones financieras, presiones a segundos y terceros países, la nación ha tenido que levantarse con la heroicidad heredada de los mambises y quienes dándolo todo, incluso la vida, nos trajeron hasta aquí para no renunciar un ápice en sus principios y aplicando el concepto de Revolución de Fidel, cambiar todo que deba ser cambiado.
Primero de Mayo en Cuba, una jornada siempre de júbilo y alegría, uno de los lugares donde la tradición vive porque el pueblo ratifica el destino que decidió construir.
Como dijera Raúl en su discurso del Primero de Enero de este año “la unidad es el arma estratégica de la Revolución”.
Ha sido, es y será nuestra principal fortaleza.