Volviendo sobre la historia de la radio en Cuba y los métodos para medir su audiencia en la población, es cierto que las encuestas de audiencia (o survey) fueron uno de los instrumentos más eficaces utilizados por el monopolio radial para consolidar su estructura.
Las encuestas en sí no son las culpables del uso negativo que muchas veces le dieron al aplicarlo en la radio. Los primeros resultados que arrojaron las encuestas radiales se obtuvieron a través de las cartas de los oyentes y las llamadas telefónicas.
Hubo una época en que el teléfono se colocó a la entrada de un estudio, y durante toda la transmisión, el cantante favorito, el locutor de moda, o el galán romántico, atendieron las llamadas, y sostuvieron largas conversaciones con los oyentes.
Entonces, se medía el interés que despertaban en la audiencia los artistas por el número de llamadas que recibían.
Lo primitivo de tal método primitivo provocó no pocas discusiones entre los artistas, que se impacientaban ante lo prolongado de una conversación del colega, que mantenía el teléfono ocupado impidiéndole así de recibir su correspondiente muestra de admiración.
Cuando al aumentar la audiencia se hizo ineficaz la evaluación de las audiencias por medio de las llamadas telefónicas, se buscaron métodos de mayor exactitud estadística.
En primer lugar, no todos los oyentes disponían de un teléfono para llamar a la emisora planta.
Y, por otra parte, la llamada personal podía estar influida por factores ajenos a la transmisión y aunque algunas familias acostumbraban a llamar a las actrices para felicitarlas o comentar una dramatización, era mucha mayor la proporción de llamadas a los hombres.
En cuanto a la comprobación de los índices de audiencia a través de las cartas, este método estaba limitado también por el número de oyentes no aptos para enviar correspondencia.
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