La curiosidad se apropia de los transeúntes que a diario se trasladan a pie o en ómnibus por la avenida de Salvador Allende que muchos reconocen aún como Carlos Tercero, en la capital cubana, y descubren en uno de sus lados a la Quinta de los Molinos y su museo al Generalísimo Máximo Gómez.
En realidad se trata de un parque y monumento nacional emplazados en los antiguos jardines de la Universidad de La Habana, del distrito de El Vedado. Su belleza natural es sinónimo de deleite para quienes tienen el privilegio de conocerlo de cerca.
Así describe el lugar un artículo periodístico actual: “con un tesoro natural en el que predominan las especies de porte arbóreo, seguidas por las herbáceas y en un menor grado las arbustivas, así como, las especies de la fauna silvestre, el Jardín Quinta de los Molinos es el escenario de varias acciones dirigidas a sectores vulnerables de la población como son los niños, jóvenes, mujeres, personas discapacitadas y de la tercera edad”.
En otra de sus partes añade:“el Jardín Quinta de los Molinos, declarado Monumento Nacional desde 1981, también propicia la apertura de nuevos espacios para el quehacer de investigadores del campo de la biología y el desarrollo de la educación ambiental de los visitantes”.
“Entre sus lugares más llamativos, sobresalen un Centro Comunitario de Información Ambiental y su aula ecológica, el Pabellón Cultural, los senderos ecológicos, las exposiciones de miniecosistemas, los viveros de reproducción, los estanques, las fuentes, los acuarios, y el Centro para el Desarrollo de la Educación Ambiental con su sala temática de proyecciones”.
La Quinta de los Molinos constituye uno de los lugares más interesantes de La Habana; combina historia y naturaleza; de eso no caben dudas para quienes sienten la satisfacción de recorrerlo.
Despierta el interés de quienes conocen que en las décadas de 1850-1870 fue utilizado como residencia de los Capitanes Generales ,así como, de Máximo Gómez y del ejército libertador una vez terminada la Guerra de Independencia, de ahí su importancia histórica.
Gobernantes coloniales de Cuba eran considerados, entre otros, los administradores coloniales, tenientes de gobernador, capitanes generales y gobernadores de la isla de Cuba y sus dependencias.
La extensión original de esa residencia superaba al principio al actual territorio que ocupa, pues se extendía al norte hasta aproximadamente la locación de la Universidad de la Habana; al noroeste hasta el actual Hospital Calixto García, fundado originalmente con el nombre de Alfonso VIII, en 1896; al oeste hasta la actual calle G, incluyendo el Castillo del Príncipe; al sur hasta la avenida Salvador Allende y al este hasta la calle Infanta.
La locación adquiere el nombre Quinta de los Molinos, debido a la antigua existencia de dos molinos utilizados para moler tabaco y obtener rapé. El tabaco era de mucha demanda a finales del siglo XVIII, en toda Europa, y en particular en España.
A partir de 1820 se realizaron algunas investigaciones y estudios sobre plantas y animales de la zona, por Felipe Poey Aloy. Al desaparecer los molinos del rey, se fundó en este lugar el Jardín Botánico de la Habana, a la par de la construcción de la casa de descanso de los Capitanes Generales.
El Jardín Botánico fue trasladado hacia ese lugar, desde el área que actualmente comprende el Parque de la Fraternidad Americana y el sur del Capitolio Nacional, donde se había fundado en 1817 el primero de su tipo.
El herbario del antiguo Jardín Botánico de la Habana, fue el núcleo del cual se partió, para buscar el desarrollo acelerado de la colecta botánica en el país.El investigador Álvaro Reinoso realizó muchos de sus experimentos, por tener muchas parcelas dedicadas al cultivo de caña de azúcar.
Otras fuentes dan cuenta que también la Universidad de la Habana se hizo cargo de ese lugar entre 1850 y 1871, momento en que pasó a manos del gobierno español por ocho años.
Transcurrido ese tiempo, el gobierno español devolvió a la Universidad este terreno, estableciéndose en este lugar la Escuela de Botánica, la cual compartía su terreno de estudio con la Escuela de la Segunda Enseñanza.
En 1906 ese jardín fue inscrito como sitio de referencia importante en el Sistema Mundial de Jardines Botánicos. En ese lugar fue declarada en el año 1936, la mariposa, como flor nacional de Cuba.
Cuentan los historiadores que al final de la Guerra de Independencia en Cuba, con la derrota de España y en ausencia de la representación del pueblo cubano, se firmó el 10 de diciembre, el Tratado de París.
Terminada formalmente la guerra, el presidente de la República de Cuba en Armas, Bartolomé Masó, reunió a la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur, y renunció a su cargo. La Asamblea se trasladó para La Habana, a la casa número 819 de la Calzada del Cerro.
El 24 de febrero de 1899 hizo su entrada en La Habana el Generalísimo Máximo Gómez, proveniente de la región central del país. El alcalde de la ciudad, Perfecto Lacoste, dispuso entonces que el cuartel general del Ejército Libertador y de su Generalísimo, se establecieran en la Quinta de los Molinos, debido a la gran extensión del terreno. Allí Máximo Gómez fue recibido con alegría y entusiasmo por una población que lo aclamó a su paso. Algunas fuentes citan a la Quinta de los Molinos como la última residencia de Gómez, antes de morir el 17 de junio de 1905.