? En La Candelaria siempre gana el bien

La constante lucha entre el bien y el mal alimenta los mejores libros y películas, pero hay quien dice, sin equivocarse, que la vida real es más rica en historias que la propia ficción. Y en eso, en acontecimientos que vale la pena contar, nada le gana a un Centro Oftalmológico de la Misión Médica Cubana en Venezuela.

Por ejemplo, en La Candelaria, estado Aragua, la Misión Milagro ha ayudado a que cerca de 500 pacientes venezolanos terminen sus terribles historias de ceguera con un final feliz. En esa instalación, reinaugurada a inicios de este año, 9 colaboradores antillanos se convierten en héroes de la vida real, dirigidos por la joven doctora guantanamera Giselle Tosón.

“En el Centro se operan pacientes afectados por cataratas y pterigión, así como por otras afecciones oftalmológicas. Solo no hacemos cirugías láser, por no contar con el equipamiento necesario. Para esos pacientes, establecimos un convenio con un hospital local, que realiza esas cirugías un vez a la semana.”

De acuerdo con la directiva, este año se operaron unos 480 pacientes venezolanos, la mayoría de ellos afectados por pterigión, un crecimiento anormal de tejido en los ojos, que se remueve quirúrgicamente.

EN AUDIO la historia completa:

Como en la ficción, también en La Candelaria se viven peripecias, aparecen y se vencen obstáculos. Con esfuerzo y pasión, los médicos cubanos hacen por la sonrisa del pueblo y porque la misión que obra milagros nunca muera.

“Uno de nuestros pacientes afirmó que sintió miedo al entrar al salón de operaciones y que el enfermero anestesista le aseguró que todo iba a salir bien. Solo con eso lo calmó y entró a operarse con una paz tremenda. Salió muy bien de su cirugía. Esta Misión se llama Milagro por eso, porque los pacientes terminan viendo con nitidez y mejorando su calidad de vida. Nos sentimos muy orgullosos del trabajo que hacemos aquí y del agradecimiento que el pueblo nos regala”.

Para la doctora Giselle Tosón, el Centro Oftalmológico “La Candelaria”, en Aragua, es de esos sitios que demuestra que la vida real es más rica en historias que la ficción y donde, en esa eterna lucha que alimenta libros y película, siempre gana el bien.

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